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concepto de género

Si se observa el entorno en el que las personas están inmersas, se evidencia la gran complejidad de la sociedad porque está formada por seres humanos, y cada una de estas personas es diferente de las otras, diferente en el sexo, diferente en el físico, en el carácter, en la personalidad, en las conductas, e incluso los gemelos criados en el mismo ambiente, presentan características únicas, que los hace ser personas singulares. Es decir, en ella, en la sociedad, se da una diversidad apreciable, y aunque se intenta clasificar a las personas por grupos con características semejantes, solamente se puede realizar para su estudio y siempre de manera genérica, comprendiendo que nunca una persona es idéntica al grupo clase en el que se ha insertado.

En Educación se habla de Atención a la Diversidad como un Principio Fundamental que debe impregnar, tanto longitudinalmente como transversalmente, toda la Educación. Pero este principio, tan usado por los profesionales de la Educación, está confundiendo a muchos, porque se emplea para designar al alumnado que tiene necesidades educativas asociadas a discapacidad sensorial, motriz o psíquica, o al   alumnado con desigualdades sociales, o al alumnado de escolarización tardía, o a los/las de altas capacidades, es decir, a todo el que tiene dificultades para su integración en el ámbito escolar.  Pero en los Centros, hay un tanto por ciento pequeño de alumnos/as con estas características, no pudiendo incluir a la mayoría en ninguna de estas categorías.

Y entonces surgen una serie de preguntas como: ¿Y para la mayoría del alumnado no es válido el Principio de Atención a la Diversidad? ¿No se está utilizando este Principio de forma restrictiva? ¿Es que no son diversos el colectivo de los Centros Educativos? ¿Es que no tienen necesidades, intereses, motivaciones distintas? ¿No se dan otras categorías dentro del Principio de Atención a la Diversidad? ¿No es el sexo una categoría de diferenciación?  ¿No se tendrá que atender a cada persona como única e intransferible a pesar de estas categorías?

Tras estas reflexiones se ve la necesidad de introducir en el Principio de Atención a la Diversidad como otra categoría de clasificación el ser niño o el ser niña, ya que cada sexo tiene unas características comunes que se podrán aplicar como mínimo a la mitad de los/las escolares, aunque siempre considerando a la persona como única y diferente. 

 

2.- CONCEPTO DE  GÉNERO

 

Últimamente se está oyendo mucho la palabra género, generando controversia en muchos ámbitos y  es necesario aclarar su significado en estos conceptos previos para centrar y aclarar el discurso posterior.

 Los estudios de género se desprenden de la teoría feminista, cuyo principal objetivo en sus inicios fue sensibilizar a la sociedad de las desigualdades entre hombres y mujeres  y  conseguir  derechos  para  éstas últimas.

 El género lo define Light, Keller y Calhoun  (1991) como “todas las características no biológicas asignadas a hombres y mujeres”, es decir, el asignar cualidades, roles, creencias, que no están en la persona por su sexo, sino que se asocian a la persona por lo que piensa y  cree  la sociedad donde nace.

 En ocasiones se han considerado las diferencias como naturales cuando estas diferencias se sustentaban de expectativas, intereses o necesidades de la sociedad, confundiendo lo natural con las creencias de la sociedad en el momento histórico.

En los años ochenta, presionados por los movimientos feministas, varios foros internacionales acuerdan impulsar políticas a favor de las niñas y las mujeres. Entre estos podemos citar la IV Conferencia Internacional sobre Educación para Adultos, París 1985, la Conferencia Mundial sobre Educación para todos, Jomtien 1990, pero es en la Conferencia de Bijing en 1995 donde se delimitan metas, propósitos y actuaciones en materia de educación fomentando la no discriminación de las mujeres. En todos estos foros se avanzó sobre el reconocimiento de sexo y género,  separándolos y, a la vez,  estudiando las discriminaciones que sufrían las mujeres en todos los ámbitos de la vida para poner  medidas contra esas discriminaciones  y  conseguir la Igualdad entre ambos sexos.

 La contribución más importante de los estudios de género ha sido poner de relieve que  se construye a partir del proceso de socialización, y este proceso ha sido diferente según seas hombre o mujer. Es decir, las actitudes sexistas dependen de cómo se realice la enculturación de las personas, el lugar geográfico donde nacen, la religión dominante, las tradiciones etc. No sufre las mismas discriminaciones una mujer blanca en Occidente que una mujer negra en un país de África. Las dos son mujeres pero los roles de cada una son diferentes, así como las expectativas de vida y de condiciones, porque la percepción que se tiene sobre la identidad, los roles asignados, las expectativas no nacen por ser mujer, sino por ser mujer en Occidente  o en países no desarrollados.

  Ángeles Álvarez  (2007) comenta que el sistema de creencias es el factor clave en la aparición del sexismo, que discrimina a las mujeres y legitima la utilización de la violencia. Las creencias asociadas al género son fundamentales para que se produzcan actitudes sexistas y como la educación es fundamental para transmitir este sistema de creencias que condiciona las conductas, se debe prestar mucha atención en  la educación de las nuevas generaciones para prevenirlas o para eliminarlas y erradicarlas si ya están asimiladas.

 La sociedad tiene unas normas, unas actitudes y unos valores  transmitidas de generación en generación;  el hombre y la mujer influyen en la sociedad y ésta influye en las personas, produciéndose un flujo continuo entre la sociedad emisora, personas receptoras y personas emisoras, sociedad receptora. Y sí una sociedad es sexista, influirá en los hombres y las mujeres de esa sociedad, pero a la vez, si se erradican esas creencias en las personas se cambiará  la sociedad.

Las políticas públicas hasta ahora sólo han puesto parches y no se han ocupado seriamente de este tema y tampoco en realizar una prevención eficaz de la violencia contra las mujeres. Las medidas adoptadas para erradicar todo tipo de violencia deben ser aplaudidas y celebradas, pero no se conseguirá avanzar en este camino si no se cambia el sistema de creencias imperantes en la sociedad, en la eliminación de las actitudes sexistas que impiden la igualdad entre los hombres y las mujeres. Y un ámbito de actuación para conseguir la prevención de estas actitudes, el cambio de creencias, el cambio hacia una sociedad igualitaria, es sin ningún género de dudas  la educación. 

La nueva Ley de Educación incide en el tema de igualdad entre hombres y mujeres   como uno de los fines del sistema educativo, haciendo referencia a ella en todos los niveles,   así como a la resolución pacífica de conflictos y el respeto a las diferencias, como también fomenta esa igualdad  en la formación inicial y permanente del profesorado.

Si  se quiere erradicar la violencia contra las mujeres se debe erradicar el sexismo, y este sexismo se podrá eliminar si se eliminan las actitudes sexistas en la educación, si eliminamos el concepto peyorativo de género.

Anteriormente se ha asegurado que los estudios de género se desprenden de la teoría feminista, cuyo principal objetivo era buscar los derechos de las mujeres. Actualmente han proliferado estos estudios y si bien, algunos dudan sobre  utilizar el término “género”, se sigue utilizando para diferenciarlo del sexo, porque el género añade al sexo las creencias de  la sociedad en un momento determinado sobre cada uno de los sexos y porque los estudios de la diferencia sexual, no pretenden tanto denunciar la discriminación de las mujeres, sino dar luz a la existencia libre de las mujeres en un mundo común. 

Analizando los estudios realizados se podrá constatar las discriminaciones existentes entre los hombres y las mujeres.

Entre las múltiples referencias a los estudios de género, González Guardiola L. elige a Franz Boas de finales del siglo XIX y en al primeros mitad del siglo XX, por su empeño en abrir nuevos horizontes de la cultura y en fomentar investigaciones realizadas por mujeres profesionalmente preparadas.

Discípula excepcional fue Margaret Mead, que en 1948 afirmó: “…las mujeres ven el mundo de un modo diferente al de los hombres y que al hacerlo así contribuyen a que la raza humana lo vea de un modo más cabal”. A ella le debemos el inicio del concepto analítico del género. Este fue el objeto de investigación durante muchas décadas.

A finales del siglo XX los estudios antropológicos se dirigieron a evidenciar las relaciones de poder jerárquicas y asimétricas entre los géneros que condenaron a de las mujeres  a situaciones subordinadas y a menospreciar sus aportaciones a la sociedad. Pusieron al descubierto que  la mujer siempre había  sido de segundo orden y se había mantenido un silencio sobre las aportaciones  hechas a la humanidad por ellas.

 Todas las investigaciones llevadas a cabo evidencian la invisibilidad de las mujeres en el análisis social y el androcentrismo existente, considerando lo masculino como universal y lo femenino como lo específico.

 Esta situación injusta hace que se haga una memoria histórica de las mujeres, poniendo de manifiesto las aportaciones de éstas en todos los ámbitos del saber, hasta hace unos años desconocidas, ya que los hechos cotidianos están realizados por hombres y mujeres, y todas las situaciones históricas del mundo han sido realizadas por ambos sexos y no sólo por los varones.

La elaboración del concepto de género es un avance cualitativo, es decir,  el entender que los roles y las tareas asociadas a la mujer o al hombre se deben a la sociedad y no a las diferencias biológicas, ha supuesto analizar esos roles y esas tareas con otra óptica diferente. Siguiendo a la autora anterior: “Desde esta perspectiva el significado de ser hombre o de ser mujer, los contenidos de las relaciones entre hombre y mujeres, los deberes y las prohibiciones para las mujeres por ser mujeres y para los hombres por ser hombres, se entienden como pautas culturales que, por ser culturales y no naturales, son susceptibles de modificación.”

  Se ha avanzado mucho en las últimas décadas en igualdad de derechos, pero es necesario que esta igualdad se considere como un valor esencial en los modelos culturales.

 Se trata de la libertad de ser aceptada en un plano de igualdad. No se pretende pasar de patriarcado al matriarcado, ni la masculinización de la mujer o de ampliar los espacios tradicionalmente masculinos para ser asumidos por mujeres. Se trata de construir un mundo basado en el respeto a la semejanza y a la diferencia en libertad.

En definitiva, los estudios de género han traído la evidencia de la igualdad de hombres y mujeres como personas, aunque diferentes como seres sexuados; son personas idénticas en deberes y derechos, aunque como seres sexuados sean distintos.

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