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¿Qué valores humanos deben imperar en una sociedad pluralista como la actual?

Hay un elenco de valores comunes en medio del pluralismo y que no violentan las creencias plurales de una sociedad democrática, sino que facilitan la construcción de un mundo más justo y solidario. Hoy nadie niega que la contes­tación idónea sea la de los Derechos Humanos, basados en la dignidad del hombre.

            Pero esta sería una contestación abstracta y formal, que se toma como criterio y pauta de conducta. Son valores fundamenta­les que deben serlo en cualquier parte y en cualquier cultura. Pero que estos valores universales sean reconocidos, no implica que queden zonas dudosas que deben consesuarse.

            Camps (1994:19) completa esta idea:

            " Esas zonas oscuras de los derechos fundamentales y de la interpretación de los mismos son las que deben consesuarse por la vía del dialogo o de la democracia. Tanto los conflictos entre los derechos fundamentales como la interpretación concreta y aplicada a nuestras situaciones obligan a priorizar, a elegir y a sacrificar valores: ahí la tragedia de la ética. Para ser cohe­rente con la ética misma cualquier elección o decisión debe respetar a otro mínimo ético que es el del consenso dialógi­co; nadie tiene derecho a imponer a otro sus puntos de vista y menos a hacerlo violentamente. La comunicación y una comunicación lo más simétrica posible, como quiere Habermas, es el único fundamen­to de la aceptación de las normas justas."

Se ha insinuado distintas líneas para determinar los valores y el consenso sobre ellos.

            Por un lado, se ha hablado de la construcción de los propios valores individuales para potenciar la autonomía personal y colectiva, que supondría una construcción de valores.

            Se ha llegado a determinar que la comunidad llegue a determinar una serie de valores socialmente aceptables y aceptados.

Se da por supuesto que existe una serie de valores que son asimilados como positivos por todas la sociedad. Estos valores podrían obtenerse de una reflexión sobre los valores de la democracia, o de los valores contenidos en nuestra Constitución, o como es aceptado internacionalmente sobre los contenidos de la Declaración Universal de Derechos Humanos.

La formación dentro de la conciencia del yo generalizado, ­constituye un paso decisivo en el proceso de socialización.

Supone la interiorización de la sociedad en cuanto tal, y por otro lado, el establecimiento subjetivo de una entidad cohe­rente y continua. 

            Por ello decimos que los valores deben de ser interiorizados por la persona, que está abierta al influjo de los valores e ideales que le rodean, ya que el individuo tiene por un lado nece­sidad imperiosa de ser él mismo y, por otro, de integrarse plenamente en el entorno social en el que vive.

              El hombre es un ser en proyecto permanentemente, abierto al futuro. Ser hombre es cultivar lo específicamente humano, la inteligencia, la voluntad, los sentimientos superiores, y los demás, en cuanto sirva o al menos no interrumpa su culminación.

            Hacerse hombre es comprender, estimar y realizar en torno suyo valores. Y es tarea inacabada e indefinida. Por ello comple­tamos nuestra definición diciendo que tiende a la perfec­ción. Si el proceso de humanizacíon conlleva un afán de supera­ción, de adquirir nuevas maneras de aumentar sus valores, decimos que estos mismos valores producen perfección en el hombre, le sirven como guías que quiere alcanzar y por lo tanto como pautas de conducta en su vida. 

            Y a la vez lo va perfeccionando, porque a pesar de ponerse los valores como pautas de conducta, de guías, le sirven como metas para conseguir el propio perfeccionamiento.

            El valor plenifica, contribuye al desarrollo, a la madurez y al logro de la naturaleza humana. 

 

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