¿Se puede prevenir la violencia contra la mujer con la educación?
La escuela es determinante en la formación de la personalidad del alumnado, y transmite el sistema de creencias que condiciona las conductas. Si en la sociedad hay actitudes sexistas, la escuela debe prestar mucha atención en eliminarlas y erradicarlas.
Hace tiempo que las ideas de Rousseau con respecto a la mujer, las expuestas en el capítulo V del "Emilio" han sido superadas. Este capítulo titulado "Sofía", es lo contrario de la educación sustentada para Emilio, ya que según él la educación femenina debe estar supeditada a la masculina, porque poseen naturalezas diferentes. Hoy, en pleno siglo XXI, esta teoría no se sustenta, porque nadie duda de la igualdad entre hombres y mujeres, del poder de la educación para eliminar las desigualdades debidas a las costumbres y a los prejuicios, y en ningún caso, la mujer es considerada inferior al hombre. Esta es la misión fundamental de la educación, educar a las personas en igualdad, y al transmitir los valores, las creencias, tener mucho cuidado en eliminar aquellas que violen estos principios.
El sistema de creencias sexistas es el factor clave en la aparición del sexismo, discrimina a las mujeres y legitima la utilización de la violencia. Las políticas públicas hasta ahora sólo han puesto parches y no se han ocupado seriamente de este tema y en realizar una prevención eficaz contra este tipo de violencia.
La nueva Ley de Educación incide en el tema de igualdad entre hombres y mujeres bien como uno de los fines del sistema educativo, haciendo referencia en todos los niveles a la resolución pacífica de conflictos y en el respeto a la igualdad de sexos, a la formación inicial y permanente del profesorado sobre este tema. En este sentido, se potencia la escuela inclusiva, ofrece el espacio para lograr el reconocimiento del derecho de todos a pertenecer a una comunidad, a construir una cultura y una identidad, a educarse en las instituciones reconocidas cualquiera que sea el medio social, la cultura, la ideología, el sexo, la etnia o discapacidad ya sean físicas, intelectuales, sensoriales o sobredotación intelectual. Si se quiere conseguir la escuela inclusiva, entonces, se requerirá un trabajo sobre el desarrollo integral de la persona, basado en la igualdad. Sus principios son: aprender a conocer, aprender hacer, aprender a vivir juntos y aprender a ser.
El sistema educativo debe de tener una política educativa explicita, espacios físicos adecuados, modelo abierto y flexible, profesionales preparados para la atención a la diversidad, y un diseño curricular que permita a todas las alumnas y alumnos desarrollarse integralmente.
Y en una escuela inclusiva, donde el principio de atención a la diversidad es fundamental y uno de los pilares de la filosofía engendradora, debe fomentar la prevención de la violencia contra las mujeres, eliminando las actitudes sexistas como una de las causas de esta violencia.
Para trabajar específicamente la prevención de la violencia contra las mujeres en el campo de la educación, se han seguido principalmente dos líneas de trabajo: la primera engarzada en la línea de la educación en valores, eminentemente práctica, como lo ha hecho el Gobierno de la Rioja, Aragón o Andalucía, y la segunda, basada en la detección precoz de situaciones de violencia, de reciente implantación en España, desarrollada en el programa piloto Nahiko, del Instituto Vasco de la mujer o el Instituto de las Islas Baleares. Concretamente la primera línea de actuación es la más conocida y utilizada porque la segunda está iniciándose
Actualmente, y después de varios años de trabajo en educación en valores, existe gran dispersión de estrategias para erradicar la violencia hablando de educación para la convivencia, valores democráticos, violencia de género u otro tipo de fragmentación de violencia como violencia escolar, violencia familiar, violencia contra minorías étnicas, violencia entre iguales, violencia doméstica, etc. En todas estas estrategias surge una pregunta que invita a la reflexión: ¿Son las violencias contra las niñas y las mujeres siempre condenables? A esta pregunta la contestación categórica es afirmativa, la violencia siempre es condenable y se debe exigir en todos los foros una condena contra la violencia y el cumplimiento de los derechos humanos, porque los actos violentos llevan a atentar contra la dignidad de la persona.
Condenando siempre la violencia, basándose en la dignidad de las personas y defendiendo los derechos humanos es preciso mencionar una investigación-acción que se ha desarrollado en Alemania, Dinamarca, Italia, España y México con 2000 alumnos y alumnas de 9 a 18 años, con 125 profesores y durante dos años académicos. La investigación se titula: "Presente sin violencia. Construir una cultura de Paz".
Las discusiones iniciales revelaban la existencia de situaciones problemáticas, discriminatorias en función del género y la necesidad de diseñar un plan de acción para la práctica educativa. El proyecto llevado a cabo tenía los siguientes contenidos: a) masculinidades y género; b) sexualidad y preferencia sexual, c) la violencia en la vida cotidiana, d) la violencia sexual, e) la educación sentimental, f) interculturalidad, g) género y violencia, h) género y xenofobia, i) familias, j) relaciones de poder y violencia y k) cultura de paz.
La metodología para realizar este proyecto ha sido adaptada a las condiciones de cada Centro y según el grado de implicación del Claustro con el desarrollo del programa establecido, trabajando varios profesores y varias profesoras desde sus áreas en el mismo grupo de clase, o en otras ocasiones, ha sido un solo profesor/a. Así mismo los contenidos desarrollados se han adaptado al contexto y al entorno. El objetivo último de dicho Proyecto era incorporar el conflicto como dimensión curricular y construir una cultura de paz centrada en la abolición de las relaciones de poder entre géneros y la convivencia de las personas, erradicar la injusticia y la insolidaridad para lograr la felicidad y la convivencia en armonía. Entre las conclusiones más relevantes, se encuentran las siguientes:
"La evaluación de este proyecto ha puesto de manifiesto que es posible la toma de conciencia de cuales son nuestras formas de expresión de violencia entre adolescentes, como primen estadio para el desarrollo de habilidades en la resolución de conflictos.
El 49% del alumnado ha mejorado sus concepciones sobre la violencia de género y la interculturalidad (el porcentaje es mayor en nuestro país: el 51,2% del alumnado). Y el cambio es superior en los chicos que en las chicas, como reflejo de quienes ejercen mayoritariamente la violencia. Hay una tendencia común-y preocupante- en los países europeos como es la reivindicación de las chicas adolescentes de la violencia psicológica- a pesar de conocer los efectos que produce-como un signo de igualdad con los adolescentes varones.
En consecuencia, las políticas de igualdad deben lograr que los adolescentes asuman valores tradicionalmente asignados a mujeres: ética del cuidado, solidaridad, ausencia de competitividad y agresividad, y expresión de sentimientos como el amor. Hemos de favorecer que la población asuma comportamientos, actitudes y valores liberadores frente a los que generan opresión".
Ignacio G. de la Rosa y Juan Manuel de la Cruz (1998) en el artículo: "Adolescentes un poco más felices", después de detectar las opiniones de más de un centenar de adolescentes sobre la distribución de los roles domésticos y el cuidado de las demás personas, enmarcaron las opiniones dadas dentro de una ideología patriarcal de la masculinidad; pero tras el trabajo educativo realizado por los autores empezaron a detectar cambios en las ideas más estereotipadas.
Estos resultados son esperanzadores porque demuestran la eficacia de la educación en la eliminación de los prejuicios y en la prevención de la violencia, de la posibilidad de atajar esta lacra de la sociedad que afecta a la mitad de la humanidad.
Hoy es inaplazable al analizar la sociedad y ver las muertes que produce la violencia contra la mujer, muertes que sólo son la punta del iceberg de la tragedia de muchas mujeres, la incorporación de programas que aborden la violencia de género eliminando actitudes sexista de la escuela, pero no como un área transversal sino integrados plenamente en el currículo. Además como la violencia se aprende, se podrá prevenir conseguir el objetivo final, la eliminación total de las desigualdades, y la erradicación de la violencia contra las niñas y las mujeres.
Si te interesa este blog, tengo otro en http:// el mosaico educativo.blogspot.com
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