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Definición de sexismo. Clases de sexismo. Sexismo ambivalente

¿QUÉ ES EL SEXISMO?

 

DEFINICIÓN DE SEXISMO

Se define el sexismo como  el poder que ejerce un colectivo humano  sobre otro en razón de su sexo. Victoria Sau (2002) en su obra “Diccionario Ideológico Feminista” Volumen I define  el sexismo como: “Conjunto de todos y cada uno de los métodos  empleados en el seno del patriarcado para poder mantener en situación de inferioridad, subordinación y explotación al sexo dominado: el femenino.” Ella continua diciendo: “el sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y las relaciones humanas, de modo que es imposible hacer una relación, no exhaustiva, sino ni tan siquiera aproximada de sus formas de expresión y puntos de incidencia.”  La doctora María Lameiras (2003) lo describe como una actitud dirigida a las personas en virtud de su pertenencia a un determinado sexo biológico en función del cual se asumen diferentes características y conductas.  Estas definiciones siempre dejan al descubierto el dominio de un sexo, el masculino, sobre otro, el femenino.  

Hoy el sexismo se manifiesta de formas nuevas, más sutiles, que pasan desapercibidas pero que siguen perjudicando a las mujeres. Se habla de Neosexismo,  entendido como: “la manifestación de un conflicto entre los valores igualitarios junto a sentimientos negativos residuales hacia las mujeres. Este sexismo, aunque está en contra de la discriminación abierta contra las mujeres, considera que éstas ya han alcanzado la igualdad y que no necesitan ninguna medida política de protección impidiendo con ello la igualdad real.”

Peter Glick y Susan Fiske (1996) introducen la teoría del sexismo ambivalente con dos cargas afectivas antagónicas: positiva y negativa, dando lugar a dos tipos de sexismo: el hostil y el benevolente.

 En el hostil se asigna a las mujeres cualidades por las que son criticadas, y en el benevolente por las que son valoradas y suscita conductas de ayuda y protección hacia las mujeres. En 1999, sostienen que la concepción tradicional de sexismo como simple antipatía a las mujeres olvida los sentimientos positivos que existen hacia ellas y que coexisten con la antipatía sexista.

 Para estos autores, el sexismo es ambivalente pues está formado por dos componentes claramente diferenciados: el sexismo hostil  y el sexismo benévolo.

 El primero, el sexismo hostil, coincide con la actitud negativa hacia las mujeres y el benévolo es definido como un conjunto de actitudes interrelacionadas hacia las mujeres, que son sexistas en cuanto las considera de forma estereotipada y limitada a ciertos roles, pero que tiene un tono afectivo positivo y tiende a suscitar en éste conductas típicamente categorizadas como prosociales. Este sexismo sigue siendo sexismo porque a pesar de los sentimientos positivos, descansa en la dominación tradicional del varón sobre la mujer.

La hostilidad sola crearía resentimiento y rebelión por parte de las mujeres y el sexismo benévolo debilita la resistencia de las mujeres frente al patriarcado, ofreciéndole las recompensas de protección, idealización, y afecto para aquellas mujeres que aceptan sus roles tradicionales y satisfagan las necesidades de los hombres.

Glick y Cols. (2000), utilizando el  ASI, cuestionario para medir actitudes sexistas, han realizado un estudio de diferentes culturas (19 países) con muestras heterogéneas formadas por un total de más de 15.000 personas. Los resultados demostraron que altas puntuaciones en sexismo hostil presentaban altas puntuación en sexismo benévolo, y las naciones con puntuaciones altas de sexismo, las mujeres tendían a asumir las creencias sexistas.

Esta justificación  presentó un interesante matiz: cuantos más sexistas fueron los hombres, mayor  era la diferencia entre puntuaciones de hombres y mujeres en Sexismo Hostil. Esto es, las mujeres utilizan el Sexismo Benevolente para defenderse a sí mismas: cuantos más sexistas son los hombres más buscan las mujeres la protección, idealización y afecto que el Sexismo Benevolente ofrece.

Cuanto más sexista era la muestra, más independiente era el Sexismo Hostil  y Sexismo Benevolente.

 El sexismo tanto el SH como el SB están relacionados negativamente con la feminidad; cuanto más femenino es un país, menos sexista es. La investigación realizada por Miguel Moya, Darío Páez, Peter Glick, Itziar Fernández y Gabrielle Poeschl  (1997) ponen de manifiesto esta afirmación ya que el hecho de la feminidad consiste fundamentalmente en una orientación hacia las relaciones porque el BSRI, (cuestionario de autoinforme) usado en la investigación, con 20 rasgos masculinos y 20 femeninos, basado en rasgos que se consideraban normativos para hombres y para las mujeres, siendo los masculinos, personalidad fuerte, dominante, agresivo/a, actuar como líder y duro/a y la feminidad con ítems como cariñoso/a, sensible a las necesidades de los otros, cálido/a, tierno/a y amante de los niños y de las niñas.  Cuando un país puntúa más alto en esta escala en los rasgos femeninos, menos rasgos sexistas presenta.

María Lameiras y Yolanda Rodríguez (2003) realizaron una investigación cuyo objetivo era identificar el nivel de sexismo tanto hacia mujeres como hombres y comprobar si el nivel de estudios está relacionado con las actitudes sexistas. Los resultados ponen de manifiesto que cada sexo valora con mayor hostilidad al sexo contrario y son las mujeres las que reciben las valoraciones más benevolentes. También evidenció  menores actitudes sexistas  cuanto mayor era la  edad y el  nivel de estudios, tanto   hacia los  hombres como hacia las mujeres.

 

¿QUÉ DIFERENCIA EXISTE EN EL CONCEPTO DE IDENTIDAD ENTRE HOMBRES Y MUJERES?

 

Antes de seguir estudiando el sexismo es importante clarificar los conceptos de  masculinidad y feminidad. Se concibe la masculinidad y la feminidad como la autopercepción de  una serie de características de personalidad.

Siguiendo a Miguel Moya, Darío Páez, Peter Glick, Itziar Fernández y Gabrielle Poeschl (1997) se puede  afirmar que, en contra de lo considerado durante muchos años,  la masculinidad y a la feminidad no son  una única dimensión con dos polos,  no pudiendo ser nunca las dos cosas a la vez; también la creencia sobre  los roles sexuales rígidamente ligados al sexo biológico de manera que el ser masculino o femenino dependía de ser hombre o mujer, en la década de los setenta, cambian y  surge una nueva concepción de la masculinidad y la feminidad como dos dimensiones independientes, de tal forma que las personas obtienen puntuación por separado en cada una de ellas. Es decir, cada persona puntúa a la vez en  masculinidad y feminidad.

 Estos autores afirman que “fruto de esta nueva concepción nació el concepto de “androginia” para designar a aquellas personas que presentan en igual medida rasgos masculinos y femeninos. De esta nueva concepción, la masculinidad y la feminidad representan dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias interpersonales que los individuos, independientemente de su sexo,  usan para relacionarse con su medio. Desde esta perspectiva, hombres  y mujeres son mucho más parecidos en su psicología de lo que tradicionalmente se asumía.

Cuando se habla de género se refiere a la gama de roles, relaciones, características de la personalidad, actitudes, comportamientos, valores, poder relativo, e influencia, socialmente construidos, que la sociedad asigna a ambos sexos de manera diferenciada.

 Mientras el sexo biológico está determinado por características genéticas y anatómicas, el género es una identidad adquirida y aprendida que varía ampliamente intra e interculturalmente. El género es relacional ya que no se refiere exclusivamente a las mujeres o a los hombres, sino a las relaciones entre ambos (definición dada por instraw.org). Igualdad de género no significa que hombres y mujeres tengan que convertirse en lo mismo, sino que sus derechos, responsabilidades y oportunidades no dependerán del hecho de haber nacido hombre o mujer. 

El pensamiento feminista estadounidense “inventó” el concepto de género a falta de un  instrumento adecuado para expresar la reflexión sobre los sexos. Según Seyla Benhabib (2001) se entiende por género” la construcción diferencial de los seres humanos en tipos femeninos y masculinos. El género es una categoría relacional que busca explicar una construcción de un tipo diferencial entre los seres humanos.”  Cada mujer y cada hombre van a interiorizar la cultura en la que vive, la concepción que esa cultura tiene sobre mujer u hombre, y lo va a introducir en su propia vida. 

El concepto de identidad de género es un proceso multifactorial y multideterminado. Morales J. M. (2000) realizó una exploración del sentimiento de identidad de género, entendiendo éste como el sentimiento psicológico básico y global asociado al propio sexo, siguiendo el modelo de Janet Epence, postula que la identidad de género consta al menos de cuatro dimensiones:

  1. el sentimiento de la propia identidad
  2. rasgos instrumentales y expresivos conectados con los estereotipos de género
  3. intereses, comportamiento de rol y actitudes cuyo contenido apunte al género
  4. orientación sexual

Al terminar la investigación clarificó las siguientes tesis:

a)          Determinar si existen diferencias en el tipo de afirmaciones expresadas en función del género. / Puso de manifiesto la relación entre identidad de género y sexo biológico

b)          Indagar el efecto de la edad sobre las afirmaciones expresadas. / Concluyó que las afirmaciones reciben el impacto del grado de intensidad de su identidad de género, es decir, aquellas personas con alta identidad global de género creen ajustarse a la etiqueta social, y las de baja intensidad de identidad lleva a explicaciones autorreferenciales… Las personas participantes más jóvenes son las que acuden con más frecuencia al estereotipo tradicional.

La identidad se entiende como el conjunto de características que definen al sujeto en su condición histórica. Es el resultado de una construcción simbólica.

La masculinidad es un conjunto de actitudes del género masculino que resalta en un hombre sus cualidades viriles. Se refiere a los comportamientos y cualidades que dentro de una cultura se asocian o son apropiados para el hombre. Son rasgos principalmente sociales.

Feminidad es un concepto que alude a valores, características, comportamientos y naturaleza intrínseca a la mujer.

Históricamente la oposición entre masculinidad y feminidad se presentó a través de la religión mediante el desarrollo del culto lunar y solar. Posteriormente la división del trabajo entre hombres y mujeres, desarrolló una estrecha relación entre los roles y el hecho de ser hombre o mujer.

A través de diversas investigaciones, la Federación de Mujeres Progresistas de Madrid afirma que el género cambia de una sociedad a otra. Este concepto es modificable. En la sociedad occidental se asignan valores a uno y otro sexo.

Valores asignados al género masculino y al género femenino

Género masculino

Género femenino

Independencia

 

Dependencia

Estabilidad emocional

 

Inestabilidad emocional

Dinamismo

 

Pasividad

Agresividad

 

Afectividad

Capacidad lógica

 

Intuición

Racionalidad

 

Emocional

Valentía

 

Miedo

Fuerza

 

Debilidad

Objetividad

 

Subjetividad

Cultura

 

Natural

Espacio público

 

Espacio privado

 

 

Gabriela Cob (1999) afirma que dicha identidad se construye a partir de asignaciones, mandatos, ejemplos y compulsión social teniendo varias dimensiones. La identidad asignada, la identidad aprendida, la identidad internalizada  constituyen la autoidentidad.  En ocasiones estas identidades no coinciden.

La identidad no es estática sino dinámica, está continuamente creándose y está siempre en interacción con el mundo. Existen procesos de cambio de identidad que generan conflictos tanto para ella como para el mundo de su entorno.

Al comienzo de este epígrafe se comentó el concepto tradicional y el actual de feminidad y masculinidad. Tradicionalmente se consideró estos conceptos como dos polos, es decir, la persona podía ser en mayor o menor grado masculina o femenina, pero nunca las dos cosas a la vez. Hoy hay una nueva concepción la masculinidad y la feminidad representan dos conjuntos de habilidades conductuales y competencias interpersonales, independientemente de sus sexos, utilizadas para relacionarse.

 Sin lugar a duda, hay dos encarnaciones de la naturaleza humana: el varón y la mujer. La vivencia de esta unidad de dos o diferencia en la igualdad es lo  llamado complementariedad en algunas corrientes feministas. No se trata  de una cualidad física o psíquica sino que se inscribe en el plano espiritual o lo que es lo mismo, radica en la persona. Este concepto induce a asimilar los valores del otro, el varón asume lo de la mujer y ésta los del varón.

Pero no sólo en relación con el otro, sino dentro de cada individuo. Autores como Jung, Wolf, Ballesteros, etc., afirman que valores tradicionalmente atribuidos a la mujer como ternura, intuición, delicadeza, se dan en el varón pero de forma masculina, y otros valores eminentemente asignados al varón como fortaleza, valentía etc. se dan en la mujer.  

 

ESTUDIOS SOBRE IDENTIDAD MASCULINA Y FEMENINA

 

Es interesante conocer algunos trabajos realizados sobre este tema porque  ayudan a profundizar sobre las semejanzas y las diferencias entre hombres y mujeres, entre los femenino y lo masculino del ser humano.

A mediados de la década de los setenta, coincidiendo con la segunda ola del movimiento Feminista, aparecieron en Estados Unidos los primeros grupos de estudio sobre los hombres y la masculinidad, a los que, posteriormente, se unieron diversos colectivos en Europa, Australia y América Latina.

 Se abordó el estudio de la masculinidad  como un tema relacionado con la igualdad de oportunidades.

 Ocho países europeos, entre ellos España participan en el Proyecto Arianne, financiado por la Unión Europea. El trabajo empezó con un estudio etnográfico sobre las identidades adolescentes de cada país, y ha continuado con una propuesta de investigación-acción relacionada con el trato con los chicos y chicas de esta edad.

En Cuadernos de Pedagogía (1999; vol 284) describe este proyecto y escribe: “La aportación fundamental del Proyecto Arianne es su intento de crear profesionales de la educación comprometidos con la investigación, así como tratar de conjugar los resultados de ésta con la acción educativa.”

Xavier Rambla; Marta Rovira y Amparo Tomé (1999) en un artículo titulado “Ocho trajes a Medida” nos presentan las actuaciones llevadas a cabo en Dinamarca, Alemania, Grecia, Gran Bretaña, Francia, Italia, España y Portugal, como en cada país se ha desarrollado un modelo propio para conseguir el mismo objetivo: elaborar estrategias pedagógicas que amplíen los horizontes de la identidad masculina de los adolescentes.

En “El Proyecto Arianne en Canarias, “Construir una cultura del cambio educativo” de Fernando Barragán. María J. García y Juan Rodríguez (1999) presentan las investigaciones sobre las ideologías de los chicos y las chicas, detectando diferencias

Entre las aportaciones del Proyecto Arianne se pueden distinguir:

“Las estrategias sobre la igualdad de oportunidades necesitan cuestionar las creencias estereotipadas que comparten tanto las chicas como los chicos sobre los trabajos y las carreras masculinas y femeninas. Los chicos necesitan entender mejor las funciones de la familia y del padre, y desarrollar valores relacionados con el cuidado de las personas, así como aprender a expresar emociones y amor en el contexto familiar. Se deben potenciar imágenes positivas de los hombres en la familia.

Los chicos necesitan liberarse de la presión a la que se ven sometidos para ser «brutos, insensibles, fuertes, machos». Necesitan abordar los temas relacionados con su propia sexualidad y sus sentimientos e informarse sobre la sexualidad femenina.

Las chicas necesitan informarse sobre los sentimientos de los chicos y sus miedos, así como tomar conciencia de sus ideas androcéntricas. Es necesario integrar los temas de género en el trabajo educativo.

La homofobia, las agresiones y la violencia pueden ser utilizadas como fronteras simbólicas entre los mundos masculino y femenino. Los estereotipos masculinos naturalizan la violencia masculina.

Se mantienen los estereotipos de género entre los chicos y las chicas en algunos países, especialmente cuando el éxito de éstas crea ansiedad entre los chicos, pero también porque algunas chicas comparten la perspectiva patriarcal masculina del mundo social.”

Es decir, este proyecto propone educar en la igualdad, aboliendo los estereotipos de género, no identificando a priori cualidades en las personas, no mandando mensajes que potencien la desigualdad.

Christian Enrique Cruz; Verónica Zempoaltecatl; Fredi Everardo Correa (2005) en la revista “Enseñanza e Investigación” en Psicología exponen la investigación  “Perfiles de sexismo en la ciudad de México: validación del cuestionario de medición del sexismo ambivalente.” Como resultados de este trabajo es interesante  resaltar que debido a su carga conceptual, únicamente los componentes del sexismo hostil correlacionaron de manera positiva con la violencia en las relaciones de pareja; sin embargo, las relaciones entre los seis componentes muestran que ambos tipos de sexismo tienen a presentarse de manera conjunta. También ponen de manifiesto que las mujeres que aceptan como parte de su rol el compartir espacios de intimidad emocional y sexual con sus parejas tienden a sufrir menos violencia verbal a lo largo de sus relaciones. A menor nivel de estudios de las mujeres, mayor su aceptación por los perfiles sexistas. Al aumentar el nivel de estudios disminuye el nivel de sexismo.

Otros trabajos, como el de la Universidad a Distancia, con un equipo investigador dirigido por José Francisco Morales, en colaboración con la Secretaría General de Políticas de Igualdad, y el Instituto de la Mujer durante los años 1997-2000,  demostró que existen diferencias en el tipo de afirmaciones expresadas según género, y que  éstas varían según la edad.

Pero también hay trabajos que se ocupan  de investigar el sexismo en los docentes. La Universidad de Vigo en colaboración con la Secretaria antes mencionada y el Instituto de la Mujer, dirigido el equipo investigador por la profesora Doctora María Lameiras Fernández, en los años 2001-2002, investigó el nivel de sexismo en el colectivo de docentes no universitarios, y estableció las relaciones con variables sociodemográficas como es el sexo y la edad, opción religiosa así como el tipo de centro o el lugar geográfico en el que se ubica.

 Así mismo pone de manifiesto la falta de formación en temas de coeducación, pues sólo un 37,8% de los/las docentes han recibido formación en coeducación.  Este estudio confirma la presencia de actitudes sexistas hacia las mujeres, sobre todo en el profesorado de educación primaria, en los centros privados y en los centros religiosos. Esto nos indica que la presencia de actitudes sexistas en el colectivo de docentes no universitarios/as, confirma que éstas se siguen transmitiendo en el ámbito educativo como hemos afirmado anteriormente. Es decir, el profesorado transmite estas actitudes, de manera no intencional pero que calan profundamente en el alumnado.

También Ana Vega Navarro (1996)  en el artículo “Exclusión y dominación sexista en la escuela coeducadora” analizó cómo en la escuela actual se discrimina y se olvida a la mujer mediante la inculcación sexista de conductas y actitudes estereotipadas.

Otro aspecto investigado es en el que se realizó en el II Congreso Hispano Portugués, celebrado en el año 2005. El profesor Antonio Bustillos y la profesora Maria del Prado Silván-Ferrero presentaron el trabajo: “Propuesta de mejora en las escalas de sexismo ambivalente. Influencia de las capacidades de manejo de impresión en la actitud sexista.” Con este nuevo instrumento se podía medir el sexismo existente.

 Las mujeres en ambientes sexistas tienden a asumir esas creencias sexistas porque la ideología imperante  hace que se legitimen estas actitudes sexistas.

El psicólogo José Luís González García en el 2006, ha realizado un Informe sobre “Violencia de género y actitudes sexistas en la población joven de Cantabria” encargado por la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria, en alumnos y alumnas de ESO, Bachillerato, y Ciclos Formativos. En este trabajo,  se pone de manifiesto que los chicos y las chicas siguen siendo educados de forma diferenciada, en desventaja para las mujeres. Un 23% de las jóvenes cántabras toleran en sus relaciones comportamientos que podrían derivar en violencia de género.

Es decir, actualmente se sigue dando discriminaciones en educación, perjudicando a las mujeres  y no cumpliendo el Principio de Atención a la Diversidad.

Cladelles (2005) afirma que  hay  diferencias significativas a favor de los hombres, empleando así éstos menos tiempo y cometiendo menos errores en la tarea que las mujeres, cuando no es necesario el proceso de rotación, mostrando resultados dispares en el caso de no tener que efectuar la rotación.

Pacheco, L. V.; Pérez Aranda, G; Estrada, S.  exponen que el conocimiento de uno mismo en sí es una teoría, es lo que la persona cree de sí mismo y siente sobre sí mismo, aunque lo que crea y sienta no se corresponda con la realidad y, en función de ello así se comporta.

 De ahí que la mayoría de los autores y autoras interpreten el autoconcepto globalmente, como un conjunto integrado de factores o actitudes relativos al yo, que serían: cognitivos, afectivos y conativos, que de considerarlos individualmente podrían identificarse de la siguiente manera: el primer factor como autoconcepto, el segundo como autoestima y el tercero como autoeficacia.

El autoconcepto no es innato sino que se construye y se define a lo largo del desarrollo por la influencia de las diferentes experiencias que el individuo tiene con el entorno social, escolar, familiar, pero también es el resultado de los logros y fracasos vividos. Es el proceso que siguen las personas para llegar a conocerse.

Se ha  tratado de analizar las diferencias de género respecto a sus niveles de autoconcepto desde un modelo multidimensional, es decir, si existen diferencias de género en las dimensiones del autoconcepto. Y se ha comprobado que existen diferencias significativas en las dimensiones del autoconcepto social de los hombres y de las mujeres; sin embargo, las mujeres alcanzan niveles más elevados en el autoconcepto familiar que los hombres.

 No existen diferencias significativas de género en el autoconcepto físico, académico, emocional y global, sin embargo los hombres obtienen mayores puntuaciones que las mujeres.

Estos datos confirman la posición poco valorada de las mujeres en el contexto histórico económico social.

El objetivo de esta investigación fue identificar el nivel de sexismo tanto hacia mujeres como hacia hombres y comprobar si el nivel de estudios está relacionado con las actitudes sexistas.

 Los resultados muestran que los chicos son más sexistas hacia las mujeres y tienen mayores actitudes benevolentes hacia los hombres. Tanto para hombres como para mujeres el nivel de estudios correlaciona negativamente con las actitudes sexistas, es decir, se comprueba que a mayor nivel de estudios menor nivel de sexismo.

Alcalá V. Camacho M, Giner D, Giner J y Ibáñez E (2006) afirman que los afectos implican mecanismos fisiológicos, cognitivos, comportamentales, condicionamientos culturales, y el género es un elemento complejo y es difícil relacionar ambos sin un exhaustivo trabajo.

Watson y Clark (1994) sugieren dos grandes factores en las experiencias emocionales, tipificados como afecto positivo y afecto negativo. Se trata de un modelo bidimensional de la estructura básica del afecto.

El afecto positivo en niveles altos se caracteriza por alta energía, concentración completa y agradable dedicación, y el bajo afecto positivo viene determinado por tristeza y letargo.

El afecto negativo en niveles altos se caracteriza por un conglomerado de estados anímicos como la ira, la culpa, el temor, el nerviosismo mientras que el bajo efecto negativo es un estado de calma y serenidad. 

Existe un hecho en la cultura occidental que las mujeres son más ricas emocionalmente y más expresiva que los hombres, es decir, que las mujeres son más propensas que los hombres a expresar emociones en general.

Simon y Nath (2004) encuentran diferencias en la frecuencia con la que los hombres expresan emociones positivas, como calma y entusiasmo, más frecuentemente que las mujeres, éstas expresan más las emociones negativas como ansiedad y tristeza.

Se ha realizado un estudio de los afectos mediante la Escala de afectos positivos y negativos. Esta escala permite analizar las emociones que han dominado la vida pasada del sujeto y las emociones que están presentes en el momento actual Se estudió con 120 sujetos (57,5 % mujeres y 42,5% hombres) con edades comprendidas entre los 18 y 50 años.

El principal hallazgo de este estudio se centra en constatar una diferencia fundamental en cuanto al género: mientras que en los hombres se observa una continuidad emocional en el pasado y presente caracterizado por sentimientos de soledad, seguridad y orgullo, en las mujeres se observa un cambio entre ambas etapas de la vida, pasando desde las emociones positivas de su pasado a otras más negativas en el presente.

Grossman y Word en 1993¸ Kelly y Hustson-Comeaux en 1999, señalan que las mujeres expresan con mayor frecuencia emociones de felicidad, tristeza y miedo, mientras que los hombres expresan más emociones de cólera.

Lasa Aristu, A; Vallejo Pareja, M. A. y Domínguez Sánchez, J. (2007) demostraron que ante inducción mediante imaginación:

 1) las mujeres se mostrarán facialmente más expresivas que los hombres durante las tareas experimentales.

 2) las mujeres se activarán subjetiva y fisiológicamente más que los hombres en la tristeza pero no durante la alegría.

 3) los hombres obtendrán un mayor beneficio que las mujeres ante un cambio de estado emocional, reflejándose este hecho en una menor activación de sus respuestas afectivas frente al cambio de valencia emocional (levantamiento mejillas y reducción abertura palpebral).

Además de poco valoradas en los siglos anteriores, invisibles en la sociedad, recluidas al ámbito privado, las mujeres han desarrollado la expresión de las emociones de manera diferente a los hombres.

En cuanto a la sexualidad, Navarro-Pertusa, E.; Reig Ferrer, A.; Barberá Heredia,E. y Ferrer Cascales,R. (2006)  en un trabajo realizado sobre la iniciación sexual adolescente: diferencias de género, comprueban que la iniciación sexual es un tema que ha preocupado a los psicólogos, y a las psicólogas pero que no es hasta la década de los años noventa cuando se impulsan estas investigaciones.

Los datos de investigaciones sociológicas hasta mediados del siglo XX, describen una progresiva confluencia de género  en la iniciación sexual y el tipo de relación de pareja. (López, 2004)

Pero a pesar de esta confluencia de actitudes, todavía el género influye en los comportamientos sobretodo, en el uso del sexo de consumo, en las violaciones, número de parejas…

En el estudio realizado se confirma la confluencia de género en la iniciación sexual.

Carmen Bueno; Maica Casares; Claudio Cifuentes; Antonia Carmona; Francisco Fernández y Guillermo Rojo (2000) de la Universidad de Granada realizaron un estudio de Identidades de Género y feminización del éxito escolar cuyo uno de los objetivos era conocer las diferencias de Género respecto al éxito académico y las imbricaciones que pudieran darse entre la construcción de las identidades de género diferenciales y el rendimiento académico. Afirman que las alumnas obtienen mejores resultados académicos que sus homólogos varones. La escuela como mecanismo de compensación de las alumnas y la mejor adaptación de éstas a los criterios de excelencia escolar parecen ser los pilares de este éxito diferencial.

Es decir, en general hay diferencias entre la formación de el autoconcepto, la manifestación de las emociones, la sexualidad, pero estas diferencias no se dan por ser mujer o hombre, sino  existen  principalmente por  los estereotipos sexistas impuestos por la sociedad.

Victoria Sau (1986) afirma: “A partir de la psicología y la antropología, el carácter histórico, político y cultural del “ser mujer. La división sexual del trabajo, la interpretación patriarcal de la maternidad como fenómeno “natural” inferior al “cultural” arriesgar la vida en la guerra, el sistema de representaciones de género en el lenguaje, los mitos y el arte son todos ellos elementos que configuran el “ser mujer” en la imagen tradicional femenina”

Todos los trabajos expuestos vienen a confirmar la teoría de que los comportamientos de las personas están condicionados por la sociedad, ya que ésta transmite, elabora y condiciona los estereotipos asignados a las personas según tengan un sexo u otro. Quizás en la actualidad, al observar los comportamientos se pueda vislumbrar una igualdad entre ambos sexos, pero en el fondo existe una socialización diferente, puesta en ocasiones  de manifiesto.  

EL SEXISMO EN LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

 

A través del juego los niños y las niñas adquieren aprendizajes para la vida y  a la vez, es una  de las formas de socialización. Hoy, cada vez con más frecuencia, se regalan videojuegos convirtiéndose en instrumentos para descubrir el mundo que les rodea.

En un estudio realizado por el CIDE y el Instituto de la Mujer  en el año 2004 se ha comprobado que todos los videojuegos reproducen actitudes sexistas de manera explícita e implícita. Se sigue asociando valores estereotipados al hombre y a la mujer y son videos realizados por hombres para hombres, porque reproducen la cultura machista, ya que la imagen y el rol de la mujer esta minusvalorado, y ante las quejas internacionales está apareciendo una mujer con valores de hombre.

Entre los valores que predominan en los videojuegos están: la competición, la violencia, el racismo, la impulsividad, la irresponsabilidad, e incluso se han usado como método para propaganda política.

Se cree mayoritariamente que los videojuegos no afectan a la persona jugadora, pero esto no es así, ya que influye en la formación de la identidad de cada uno.

La mayoría de los padres no conoce el contenido de los videojuegos con el desconocimiento  de los valores, actitudes y normas  transmitidas en ellos.

El CIDE y el Instituto de la mujer en el año 2005 publicaron el trabajo “La diferencia sexual en el análisis de los videojuegos” coordinada por el profesor de la Universidad de León, Diez Gutiérrez, cuyo objetivo principal era analizar los estereotipos de género que aparecen en los videojuegos más utilizados. Posteriormente, en el 2007 se ha realizado la investigación “Mujeres y videojuegos: Hábitos y preferencias de las videojugadoras”  realizada sobre 1788 encuestas validas, con mujeres que estudian carrera universitarias o formación profesional, la mayoría solteras con pareja (47.53%) seguidas de solteras sin pareja (20,7%).

En esta investigación se da como resultado que el 54,63% de las encuestadas emplean su ocio en los videojuegos de manera asidua.

El 36,32% de las mujeres que utilizan los videojuegos cree que éstos están orientados a un público masculino.

Así mismo el 56,4% dicen que donde han visto más manifestaciones contra la dignidad de la mujer o en general discriminatorio hacia su género ha sido en los Programas de Televisión. En segundo lugar en el cine-video (15,38%) y en los videojuegos el 15.27%.

Así mismo, las series de dibujos animados no fomentan el respeto por lo diferente y mantienen estereotipo sexistas según un estudio de la Universidad de Granada. Se han estudiado 117 personajes, sólo cuatro son de otra raza diferente a la occidental, y por cada personaje femenino protagonista, hay dos masculinos, con independencia del país de producción de la serie.

La investigación revela que muchas tienen una calidad ínfima, ocupan un espacio mínimo con respecto al resto de la programación y además anulan la fantasía como medio para la educación en la solidaridad, la paz y el multiculturalismo.

El sesgos sexista se manifiesta no sólo en el número de personajes femeninos con respecto a los masculinos, sino en las profesiones ya que los hombres suelen ser jueces, profesores, científicos, militares mientras que las mujeres son un 35% amas de casa, y el resto maestras, brujas, conserjes …

Royo Vela y otros (2005) en el estudio sobre roles de género y/o sexismo en la publicidad desarrollados por la Unión de Consumidores de España y el Instituto de la Mujer ponen de manifiesto la existencia de estereotipos. Se presenta a la mujer como seres dependientes del hombre, o como objetos sexuales o representantes de cánones estéticos.

Este estudio trata de analizar la evolución de los estereotipos publicitarios de hombres y mujeres en las tres últimas décadas donde se ha producido una evolución social y cultura en la sociedad. Estos cambios han sido muy significativos para la mujer y ha supuesto alejarse del modelo tradicional de familia.

El cambio cultural tiene una de sus principales vertientes en la igualación de condiciones entre el hombre y la mujer aumentando la consideración del trabajo de ésta como medio de autorrealización e independencia personal y aceptando paulatinamente los hombres el desempeño de roles hasta este momento reservado a las mujeres.

Estas diferencias se han visto reflejadas en la publicidad porque la sociedad ha cambiado;  la publicidad refleja un elevado reconocimiento de la igualdad de sexos entre hombres y mujeres, lo que se traduce en un menor uso publicitario de roles tradicionales para ambos, aunque el hombre sigue ocupando mayoritariamente roles profesionales. Se van acortando las diferencias entre ambos.

El sexismo no ha desaparecido, sino que se ha hecho más sutil, con nuevas formas,  es el llamado sexismo moderno.

 

JÓVENES ACTUALES

 

Las jóvenes actuales han sido socializadas para actuar en el mundo doméstico privado y en el mundo público; se les exige ser innovadoras, creativas en el trabajo y adoptar roles tradicionales  en lo privado. Una lucha constante entre ambos ámbitos, que en ocasiones produce infelicidad. Es importante construir  una identidad  propia donde los estereotipos sexistas desaparezcan, una identidad de acuerdo con la sociedad del siglo XXI.

Hoy se pide a las jóvenes  ejercer la maternidad, la conyugalidad y un oficio. Históricamente no era así, sólo estaban preparadas para las dos primeras tareas, ser esposas y ser madres.

Marcela Lagarde (1996)  escribe: “Somos a la vez tradicionales y modernas, vivimos en cautiverio emancipadas, pensamos de manera binaria formal religiosa y mágicamente, a la vez que desarrollamos pensamientos complejos dialéctico y laico. La poligamia se abre paso en la sexualidad, la conyugalidad de más y más mujeres con mentalidad de monógamas, ya no todas las jóvenes son vírgenes sino de manera efímera, pero siguen entregando su cuerpo y su sexualidad sólo que de manera emancipada al hombre de su vida por lo menos en ese momento”.

Es el momento de hablar  de un nuevo concepto surgido en los encuentros para promocionar a las mujeres, para darles dignidad y hacerlas salir de la pobreza. Este concepto es el  de empoderamiento.

¿Pero que es este nuevo concepto? ¿Qué es empoderamiento?

Este concepto aparece con la segunda ola del feminismo en los años setenta. Mediante un dialogo contestatario y reflexiones de posicionamiento de la mujer, se llegó al enfoque de empoderamiento.

En reuniones específicas para ayudar a los  países en vías de desarrollo, se estudiaron las necesidades de las mujeres en su vida diaria para salir de la pobreza y para sobrevivir, como es la vivienda, la lucha por un salario, la escolarización de los hijos, e hijas, la alimentación, la salud, es decir, las necesidades que les facilitaría la vida. Son demandas prácticas, pero estas necesidades prácticas necesitan cambios es las estructuras políticas y en las relaciones existentes entre los géneros. No sólo quieren satisfacer las necesidades de la vida diaria, sino que quieren cambios para que sus hijos e hijas vivan en mejores condiciones.

Reflexionando sobre como conseguir sus objetivos se dieron cuenta que las necesidades prácticas deben ser estratégicas y políticas, y se preguntaron qué herramientas o qué vías iban a adoptar para solucionarlas. Y de ahí surgió esta alternativa o recurso que es el empoderamiento. Es decir, se dieron cuenta de sus necesidades, quisieron solucionarlas pero a la vez, quisieron dejarlas solucionadas para sus hijos e hijas, se sensibilizaron y se quisieron dar herramientas, procedimientos para no seguir siendo las victimas entre las víctimas.

 El objetivo fundamental es avanzar para conseguir un cambio en sus vidas y generar un proceso de transformación de las estructuras sociales, pero para alcanzar este objetivo es necesario procesos democráticos y participativos de las mujeres.

En América Latina las relaciones de mujer, género y desarrollo se caracterizan por  una gran heterogeneidad, es decir, hay distintos colectivos de mujeres, con características propias y es necesario dar respuesta a esta diversidad. No es lo mismo ser mujer blanca que mujer negra, india o mulata en esos países.  Y sigue surgiendo el tema del empoderamiento.

El empoderamiento  se define como un proceso mediante el cual los individuos obtienen control de sus decisiones y acciones; expresan sus necesidades y se movilizan para obtener mayor acción política, social y cultural para responder a sus necesidades, a la vez que se involucran en la toma de decisiones.

Hace referencia al proceso de autodeterminación por el cual las personas, las comunidades, ganan control sobre su propio camino de vida. Se trata de un proceso:

 1º de concienciación (tomar conciencia de todos los factores que influyen sobre la vida de las personas)

2º de liberación (ganar poder de decisión sobre su propio destino)

La palabra empoderamiento parece implicar que los que tienen el poder se lo dan a los que no lo tienen. Esto es un error; el poder no se puede dar. Lo que se puede dar es:

-             Poder de decisión a través de leyes

-             Educación útil

-             Condiciones laborales justas

-             Información oportuna

-             Espacios de influencia e incidencia en la vida pública.

 

Se trata de asegurar que los que carecen de poder tengan las condiciones básicas para poder empezar a empoderarse y asegurar la existencia de espacios de empoderamiento.

Es necesario luchar contra la cultura de la exclusión, de la represión y del sometimiento, creando las condiciones para que los propios individuos puedan a aspirar desarrollar sus posibilidades.

Pero no se puede dar empoderamiento si los sectores no ponen de su parte, porque esto depende del deseo, motivación, capacidad esfuerzo de los que quieren empoderarse.

Por lo tanto, la creación de las condiciones adecuadas nace:

  • Del individuo
  • De la sociedad civil
  • Del estado

En las ciencias sociales el tema de poder ha ocupado un lugar importante en los estudios de inclusión y exclusión de los grupos que con una identidad social definida  aspiran a tener un lugar en el poder político.

Es en los años ochenta cuando el término empieza a generalizarse, primero en Asia de Sur se realizan talleres y en 1995, en América  Latina, en México.

Hay ambivalencia aún con el término, creyendo algunos que es conseguir mayor poder y es adquirir mayor control sobre sus vidas. Y si lo utilizamos para aquellos excluidos, con los que se utilizan políticas de exclusión, el término sería  desear un cambio deseable.

El cambio del rol de la mujer en la sociedad actual ha hecho que éstas se sientan más seguras y fuertes y su posición en la sociedad ha cambiado.

Si bien las mujeres están contentas con estos cambios que han influido positivamente en su superación personal, hay un cambio real que repercute en el rol masculino.

Tanto los hombres como las mujeres se han tenido que adaptar a este cambio, modificando conductas e incluso hábitos muy arraigados. Uno de estos cambios es compartir los roles y esta experiencia no puede ser negativa sino muy enriquecedora.

Durante muchas décadas se pensó que la equidad de género era tarea exclusiva de la mujer, que debía luchar para conseguir la igualdad. Pero esta aseveración está siendo cuestionada. La equidad sólo se conseguirá cuando hombres y mujeres unidos, afronten la vida en igualdad, sin dominio de un sexo sobre el otro. No puede  olvidar que en la Conferencia de la Mujer realizada en Beijing en 1995 ya formulaba la tesis de que ni el hombre ni la mujer deben dominar, sino que la contribución distinta, pero complementaria de la masculinidad y la feminidad es fundamental para sociedad. Esta actitud es la que se debe adoptar para conseguir que los jóvenes afronten su vida en igualdad.

 

 MUJERES INMIGRANTES

 

Cuando hablamos de sexismo es necesario hablar de las mujeres de los países en vías de desarrollo, porque ellas siguen soportando las mayores discriminaciones y desigualdades con respecto al hombre. Y en esta sociedad globalizada, en la sociedad actual, se está produciendo un fenómeno nuevo que en siglo anteriores no se podía concebir, y es la emigración de miles de mujeres en condiciones desfavorables, salen de su entorno para buscar nuevos horizontes donde su vida no sea tan miserable, y en muchas ocasiones, son ellas las que aportan el sustento a sus familias cuya residencia sigue en sus países de origen. Ellas inician una aventura dejando atrás a sus hijos, que van a depender económicamente de sus ingresos.

El hecho de que muchas mujeres inmigrantes hayan venido a los países del llamado primer mundo hace darse cuenta  de la gran diversidad y diferencia entre ellas mismas  y de ellas con las mujeres de los países occidentales. No sólo reconocen las desigualdades dadas entre ellas sino la diferencia existente con las mujeres de los países donde han imigradoe intentan integrarse.

Estas mujeres, según    Zabala González, (2001), por el hecho de ser inmigrante, son aún más discriminadas, se les explota y  se pone de manifiesto con mucha más fuerza la falta de igualdad. Y las personas  defensoras  de  los derechos humanos, la igualdad de todos y todas,  no pueden ser indiferentes ante este hecho, ante estas mujeres diferentes.

Siguiendo el pensamiento de  Zabala,  en una sociedad multicultural no se puede permitir la explotación y la discriminación de estas mujeres inmigrantes, que han huido de sus países por la pobreza y marginación que allí sufrían, que en ocasiones son cabezas de familia, bien por haberse separado, bien porque sus maridos se han desplazado por guerras, o por razones de trabajo, que en otras ocasiones lo han hecho por persecución política, agresiones sexistas o por prejuicio sociales, con estatus sociales desvalorizados como mujeres repudiadas, madres soltera o victimas de agresiones sexuales, y además, soportan con mayor frecuencia, ser maltratadas por sus propios compañeros. Los factores que llevan a un hombre inmigrante a maltratar a su mujer, según la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, pueden ser el estrés que conlleva la inmigración, la diferencia de estilos de vida, y/o el considerar a las mujeres de su propiedad.  Pero la realidad, sean las causas las que sean, es que estas mujeres sufren en mayor proporción malos tratos de sus compañeros.

Las mujeres inmigrantes vienen a realizar trabajos que las mujeres de aquí no quieren hacer porque se quieren liberar de ellos. Pero este trabajo que realizan o están dentro de la economía sumergida o no tiene los derechos de protección social, situación que no se denuncia debido a su situación de sin papeles o de precariedad por los permisos temporales de residencia o trabajo.

En la sociedad actual por la incorporación de la mujer de los países desarrollados a puestos remunerados, con la realización de la doble jornada de éstas, se ha producido un vacío en la prestación de servicios  realizados actualmente por las mujeres inmigrantes.

No se puede consentir que las mujeres de las sociedades avanzadas que tanto reclaman igualdad de derechos, construyan esos derechos sobre la negación de los derechos de las mujeres inmigrantes.

En ocasiones y sin generalizar, las mujeres occidentales, liberadas, con puestos de trabajo satisfactorios, emplean a mujeres inmigrantes en condiciones laborales ínfimas, comportándose con ellas,  de forma tan discriminatoria como se ha intentado denunciar durante años sobre la situación de la mujer.

Cuando se da esta conducta, cuando una mujer discrimina a otra mujer ¿Dónde está esa igualdad tan cacareada?, ¿Es que la mujer liberada, profesional debe comportarse con valores dominantes y ejercer violencia con seres más débiles?, ¿No actúan de forma denostada por varias generaciones de mujeres buscadoras de la Igualdad?

La solidaridad obliga a lograr los derechos humanos para todos y todas. Se hace necesario revisar el concepto de trabajo y analizar las causas de no considerar  las actividades realizadas por las mujeres como trabajo.

En todas las partes del mundo las mujeres están en condiciones de inferioridad respecto a los hombres, es decir, hay una desigualdad a favor de los hombres. En los años 2000 y 2005 las dos marchas mundiales de mujeres se ha basado en dos ejes fundamentales: contra la violencia y contra la pobreza.  Esto revela que en todas las partes del mundo las mujeres sufren violencia sexista y son las más pobres de los pobres, siempre por razones de género.

 Zabala propone para todas las mujeres del mundo:

1º Conocer

Se trata de acercarse a la realidad de estas mujeres inmigrantes. En este sentido escribe: “Conocer sus historias y sus vidas y sobre todo las realidades de las que vienen y las realidades que aquí manifiestan. Una actividad amplia y sosegada de escucha, a la que tan acostumbradas están las mujeres, para asimilar lo que estas mujeres tienen que contar. Resulta absolutamente necesario no dar por sentado ni sus necesidades, ni sus deseos. Hasta la realidad que nos parece más obvia debe ser interpretada, analizada y dialogada. También las condiciones de vida y lucha que existen en nuestro país deben ser puestas bajo el prisma común del conocimiento. Desde aquí también hay que contar en que condiciones viven las mujeres y a que aspiran”.

2º Reconocer

Zabala  propone que no se puede pensar que estas mujeres no han luchado ni han opuesto resistencia a la opresión. Todas las mujeres de forma individual o colectiva se ha opuesta a la dominación patriarcal. Pero a la vez es necesario que conozca a las mujeres de aquí.

3º Reconocerse

Zabala al hablar de reconocerse quiere expresar que hay que buscar lo que las mujeres tienen en común, tender puntes de unión. Identificarse en ellas. 

COMPORTAMIENTOS DEL PROFESORADO

 

Actualmente el profesorado piensa que la escuela no transmite los estereotipos sexistas y esto conlleva a una inhibición ante el tema y a una inactividad en su quehacer educativo por no considerarlo necesario. El profesorado rechaza medidas de discriminación positiva.

Algunos piensan que luchar por la igualdad de oportunidades es una lucha de sexos, o lo minusvaloran como “cosa de mujeres.” 

López Valero. A y otros  (1999) en “La transmisión de estereotipos sexistas en la escuela obligatoria: análisis del discurso docente y del alumnado y propuestas metodológicas que fomenten la igualdad de oportunidades entre ambos sexos en el área de Lengua Castellana y Literatura”, comprobaron que el profesorado en general no es consciente de la utilización de chiclés sexistas en su uso y en su enseñanza. Afirma que “tanto el alumnado como profesorado no consideran el género como algo relevante para un cambio de pensamiento, por eso no lo tienen en cuenta en su discurso educativo y coloquial, pero indirectamente está influyendo en el comportamiento cotidiano.”

El uso sexista del Lenguaje favorece los procesos de estereotipos y muchos profesores piensan que las actitudes sexista proceden de actitudes sociales y familiares. 

Andrée Michel (1996) en el “Sexismo en los libros infantiles y los manuales escolares” estable que una de las formas de sexismo existente en las escuelas estriba en los roles femeninos y masculinos presentes en los libros de texto.

Marina Subirats (1998)  señala que desde los años sesenta se puso en relieve la teoría del capital humano y se destacó el hecho de que la inversión educativa es la más rentable de las inversiones, en términos estrictamente económicos, tanto para el individuo como para la sociedad. La educación puede transformar la sociedad.

A pesar de la formación universitaria de muchas mujeres, en el hogar siguen reproduciendo los mismos modelos sexistas tradicionales.

Las niñas han aprendido desde pequeñas, a través de la literatura infantil, de los juegos, de los medios de comunicación, modelos de comportamiento que actúan como organizadores inconcientes de la acción, transmitidos de generación en generación, imitando conductas y actitudes.

Así mismo, el lenguaje contribuye a esto porque se excluye el género femenino en presencia del masculino. Esto se sigue transmitiendo en la escuela y se vuelven a reproducir esas conductas y esas actitudes.

 Esta educación es especialmente importante para las mujeres ya que han pasado desde una situación de marginalidad y subordinación, a situaciones de autonomía y con posibilidad de poder tomas decisiones personales y colectivas.

Los maestros y las maestras deben considerar la perspectiva de género como una actitud intrínseca en su labor cotidiana para transformar las actitudes ante los estereotipos femeninos y masculinos basándose  en los principios de respeto y equidad, y de esta forma, evitar el sexismo en la educación.

 Lameiras,M.;  Rodríguez,Y. y  Calado.M. (2002) en la investigación: “Evaluación de los estereotipos de género en docentes no universitarios/as”, investigación anteriormente citada, concluyeron:

“1º El trabajo remunerado de las mujeres y la mayor formación educativa (tanto en ellas como en sus parejas) favorece el reparto más equitativo de las tareas domésticas, aunque las mujeres continúan en mayor medida que los hombres desarrollando trabajos domésticos pero comparten en igual medida el trabajo de los hijos/as.

2º Las mujeres siguen asumiendo en menor medida que los hombres puestos de responsabilidad en los centros con lo que eso implica de menor acceso a los ámbitos de gestión de poder.

3º Los hombres siguen siendo más sexistas que las mujeres, pero no solo sexistas hostiles, sino también sexistas benevolentes que implica un tono afectivo más positivo pero en definitiva sigue siendo sexista pues relega a las mujeres a un lugar diferente del hombre y la sigue manteniendo inmersa en los estereotipos de género de madre y esposa.

4º Se comprueba que todavía se dan entre los docentes y de forma más marcado en los /las docentes  de primaria, una visión estereotipada de los sexos y con ello la asimetría entre los sexos, en contra de lo que la constitución y las legislaciones sobre educación defienden.

5º Las y los profesionales de la educación de centros privados muestran un mayor nivel de sexismo que sus compañeros de centros públicos, lo que implica que ellos se favorezcan en menor medida de los planteamientos coeducativos.

6º La mayoría de los sujetos valoran negativamente el movimiento  pro feminista, lo que muestra en gran medida el desconocimiento de lo que implica y su asociación con radicalismo extremos a través de lo que justifican su descalificación.

Se confirma la presencia de actitudes sexistas hacia las mujeres, tanto en su vertiente más hostil como el benevolente.

Se da más sexismo en los Centros de Educación Primaria, en los docentes de centros privados y en los centros religiosos

Sólo un 37,8% de los y las docentes se Educación Primaria y Secundaria han recibido formación específica sobre coeducación.

Es decir, el profesorado transmite las actitudes sexistas a las nuevas generaciones, de forma inconsciente, pero con sus actitudes, sus creencias y sus conductas están perpetuando el sexismo que creen tener superado, están transmitiendo una de las causa principales de la generación de violencia contra la mujer.

Si analizamos las conductas del profesorado de Educación Física, los aspectos femeninos suelen ser sancionados por este profesorado a menudo de forma inconciente, y la interrelación verbal del profesor o profesora es menor con las niñas que con los niños, e incluso se está dando más esto en las profesoras que en los profesores.

Del niño se espera que cumpla el estereotipo sexual masculino: fuerte, grande, potente, y se espera de las niñas cualidades como suavidad, flexibilidad... El profesorado que refuerce estas cualidades físicas y no otras en cada uno de los sexos, está con estereotipos y roles ligado al género. Se deberá realizar actividades que sirvan para corregir una situación de desigualdad en función del género, favoreciendo los aspectos en los que está menos desarrollado.

 Esta intervención deberá realizarse a través de los objetivos potenciando la participación en juegos y actividades estableciendo relaciones equilibradas y constructivas con los demás evitando la discriminación por características personales, sexuales y sociales, así como los comportamientos agresivos y actitudes de rivalidad en las actividades competitivas, y a la vez a través de los contenidos y las actividades de enseñanza en educación física. Igualdad de derechos entre géneros aunque esa igualdad no existe de hecho.

 

CONCLUSIONES FINALES

 

 Como profesionales de la enseñanza, de la orientación, surgen muchas preguntas cuyas contestaciones son difíciles, como por ejemplo las siguientes: Cuándo una alumna elige su futuro profesional ¿es totalmente libre o existen factores que la condicionan por ser mujer? Si actualmente no es así, ¿por qué las mujeres tienen los peores empleos, y los menos cualificados?, ¿por qué existe desigualdad de salario entre los hombres y las mujeres realizando el mismo trabajo?, ¿están los orientadores y las orientadoras de los Centros influyendo con su práctica profesional a esta discriminación?

Al  educar, al orientar, ¿se tiene en cuenta la desigualdad existente? ¿Por qué solicitan más ayuda del Departamento de Orientación las alumnas que los alumnos? ¿Por qué el número de alumnas en el Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales es superior al de alumnos? ¿Por qué cada vez es menor el porcentaje de las alumnas que aspiran a dedicarse a las labores del hogar?

Las tasas de desempleo en la mujer son significativamente más bajas que las de los hombres, y el subempleo en éstas es mayor. Asimismo si observamos los trabajos a los que accede la mujer siguen estando relacionados con los que han sido trabajos típicos, roles que ha desempeñado a lo largo de la historia como son tareas relacionadas con la enseñanza, limpieza, sanidad, o cuidado de las generaciones anteriores. En la Universidad siguen eligiendo mayoritariamente carreras femeninas, por la influencia de los estereotipos de sexo en la elección vocacional.

Esto abre nuevas perspectivas a la orientación y es necesario que el colectivo de orientadores y orientadoras sienta la necesidad de ayudar a lograr la verdadera y profunda finalidad de la Orientación: Un desarrollo personal, laboral y social adecuado de cada individuo en el contexto social.

Esta orientación profesional no discriminatoria exige, según en Ministerio de Educación, Cultura y Deportes de nuestro país:

“1º Garantizar la igualdad de oportunidades para los chicos y las chicas en el acceso a todas las formas de enseñanza y a todos los tipos de formación con el fin de hacer posible que todas las personas desarrollen plenamente sus aptitudes.

2º Ayudar a las/los jóvenes a elegir libremente, y no por la imposición de valores sexistas, el tipo de empleo o de carrera que mejor se adapte a sus aptitudes y aficiones y que respondan tanto a sus necesidades como a la demanda económica de la sociedad

3º Preparar a los chicos y chicas en su incorporación a la vida activa:

  • para asumir las responsabilidades domésticas y parentales
  • para que dominen y hagan frente a los problemas que plantea la vida cotidiana
  • para participar activamente en la vida académica y en la vida de la comunidad”

 

 

Teniendo la certeza de la existencia del sexismo en la sociedad, en los medios de comunicación, en las escuelas, es imprescindible poner todos los medios para erradicar estos comportamientos. Si se quiere una sociedad justa, sin discriminaciones, sin violencias, es necesario, además de sensibilizar a toda la comunidad, educar a las jóvenes generaciones con valores igualitarios. 

Al terminar este capitulo surge también una pregunta inquietante: Sí las actitudes sexistas siguen potenciando la desigualdad entre hombres y mujeres ¿Serán estos  comportamientos una de las causas de la violencia contra la mujer?

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