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Autoconcepto masculino y autoconcepto femenino

Es interesante conocer algunos trabajos realizados sobre este tema porque ayudan a profundizar sobre las semejanzas y las diferencias entre hombres y mujeres, entre los femenino y lo masculino del ser humano. A mediados de la década de los setenta, coincidiendo con la segunda ola del movimiento Feminista, aparecieron en Estados Unidos los primeros grupos de estudio sobre los hombres y la masculinidad, a los que, posteriormente, se unieron diversos colectivos en Europa, Australia y América Latina. Se abordó el estudio de la masculinidad como un tema relacionado con la igualdad de oportunidades. Ocho países europeos, entre ellos España participan en el Proyecto Arianne, financiado por la Unión Europea. El trabajo empezó con un estudio etnográfico sobre las identidades adolescentes de cada país, y ha continuado con una propuesta de investigación-acción relacionada con el trato con los chicos y chicas de esta edad. En Cuadernos de Pedagogía (1999; vol 284) describe este proyecto y escribe: “La aportación fundamental del Proyecto Arianne es su intento de crear profesionales de la educación comprometidos con la investigación, así como tratar de conjugar los resultados de ésta con la acción educativa.” Xavier Rambla; Marta Rovira y Amparo Tomé (1999) en un artículo titulado “Ocho trajes a Medida” nos presentan las actuaciones llevadas a cabo en Dinamarca, Alemania, Grecia, Gran Bretaña, Francia, Italia, España y Portugal, como en cada país se ha desarrollado un modelo propio para conseguir el mismo objetivo: elaborar estrategias pedagógicas que amplíen los horizontes de la identidad masculina de los adolescentes. En “El Proyecto Arianne en Canarias, “Construir una cultura del cambio educativo” de Fernando Barragán. María J. García y Juan Rodríguez (1999) presentan las investigaciones sobre las ideologías de los chicos y las chicas, detectando diferencias Entre las aportaciones del Proyecto Arianne se pueden distinguir: “Las estrategias sobre la igualdad de oportunidades necesitan cuestionar las creencias estereotipadas que comparten tanto las chicas como los chicos sobre los trabajos y las carreras masculinas y femeninas. Los chicos necesitan entender mejor las funciones de la familia y del padre, y desarrollar valores relacionados con el cuidado de las personas, así como aprender a expresar emociones y amor en el contexto familiar. Se deben potenciar imágenes positivas de los hombres en la familia. Los chicos necesitan liberarse de la presión a la que se ven sometidos para ser «brutos, insensibles, fuertes, machos». Necesitan abordar los temas relacionados con su propia sexualidad y sus sentimientos e informarse sobre la sexualidad femenina. Las chicas necesitan informarse sobre los sentimientos de los chicos y sus miedos, así como tomar conciencia de sus ideas androcéntricas. Es necesario integrar los temas de género en el trabajo educativo. La homofobia, las agresiones y la violencia pueden ser utilizadas como fronteras simbólicas entre los mundos masculino y femenino. Los estereotipos masculinos naturalizan la violencia masculina. Se mantienen los estereotipos de género entre los chicos y las chicas en algunos países, especialmente cuando el éxito de éstas crea ansiedad entre los chicos, pero también porque algunas chicas comparten la perspectiva patriarcal masculina del mundo social.” Es decir, este proyecto propone educar en la igualdad, aboliendo los estereotipos de género, no identificando a priori cualidades en las personas, no mandando mensajes que potencien la desigualdad. Christian Enrique Cruz; Verónica Zempoaltecatl; Fredi Everardo Correa (2005) en la revista “Enseñanza e Investigación” en Psicología exponen la investigación “Perfiles de sexismo en la ciudad de México: validación del cuestionario de medición del sexismo ambivalente.” Como resultados de este trabajo es interesante resaltar que debido a su carga conceptual, únicamente los componentes del sexismo hostil correlacionaron de manera positiva con la violencia en las relaciones de pareja; sin embargo, las relaciones entre los seis componentes muestran que ambos tipos de sexismo tienen a presentarse de manera conjunta. También ponen de manifiesto que las mujeres que aceptan como parte de su rol el compartir espacios de intimidad emocional y sexual con sus parejas tienden a sufrir menos violencia verbal a lo largo de sus relaciones. A menor nivel de estudios de las mujeres, mayor su aceptación por los perfiles sexistas. Al aumentar el nivel de estudios disminuye el nivel de sexismo. Otros trabajos, como el de la Universidad a Distancia, con un equipo investigador dirigido por José Francisco Morales, en colaboración con la Secretaría General de Políticas de Igualdad, y el Instituto de la Mujer durante los años 1997-2000, demostró que existen diferencias en el tipo de afirmaciones expresadas según género, y que éstas varían según la edad. Pero también hay trabajos que se ocupan de investigar el sexismo en los docentes. La Universidad de Vigo en colaboración con la Secretaria antes mencionada y el Instituto de la Mujer, dirigido el equipo investigador por la profesora Doctora María Lameiras Fernández, en los años 2001-2002, investigó el nivel de sexismo en el colectivo de docentes no universitarios, y estableció las relaciones con variables sociodemográficas como es el sexo y la edad, opción religiosa así como el tipo de centro o el lugar geográfico en el que se ubica. Así mismo pone de manifiesto la falta de formación en temas de coeducación, pues sólo un 37,8% de los/las docentes han recibido formación en coeducación. Este estudio confirma la presencia de actitudes sexistas hacia las mujeres, sobre todo en el profesorado de educación primaria, en los centros privados y en los centros religiosos. Esto nos indica que la presencia de actitudes sexistas en el colectivo de docentes no universitarios/as, confirma que éstas se siguen transmitiendo en el ámbito educativo como hemos afirmado anteriormente. Es decir, el profesorado transmite estas actitudes, de manera no intencional pero que calan profundamente en el alumnado. También Ana Vega Navarro (1996) en el artículo “Exclusión y dominación sexista en la escuela coeducadora” analizó cómo en la escuela actual se discrimina y se olvida a la mujer mediante la inculcación sexista de conductas y actitudes estereotipadas. Otro aspecto investigado es en el que se realizó en el II Congreso Hispano Portugués, celebrado en el año 2005. El profesor Antonio Bustillos y la profesora Maria del Prado Silván-Ferrero presentaron el trabajo: “Propuesta de mejora en las escalas de sexismo ambivalente. Influencia de las capacidades de manejo de impresión en la actitud sexista.” Con este nuevo instrumento se podía medir el sexismo existente. Las mujeres en ambientes sexistas tienden a asumir esas creencias sexistas porque la ideología imperante hace que se legitimen estas actitudes sexistas. El psicólogo José Luís González García en el 2006, ha realizado un Informe sobre “Violencia de género y actitudes sexistas en la población joven de Cantabria” encargado por la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria, en alumnos y alumnas de ESO, Bachillerato, y Ciclos Formativos. En este trabajo, se pone de manifiesto que los chicos y las chicas siguen siendo educados de forma diferenciada, en desventaja para las mujeres. Un 23% de las jóvenes cántabras toleran en sus relaciones comportamientos que podrían derivar en violencia de género. Es decir, actualmente se sigue dando discriminaciones en educación, perjudicando a las mujeres y no cumpliendo el Principio de Atención a la Diversidad. Cladelles (2005) afirma que hay diferencias significativas a favor de los hombres, empleando así éstos menos tiempo y cometiendo menos errores en la tarea que las mujeres, cuando no es necesario el proceso de rotación, mostrando resultados dispares en el caso de no tener que efectuar la rotación. Pacheco, L. V.; Pérez Aranda, G; Estrada, S. exponen que el conocimiento de uno mismo en sí es una teoría, es lo que la persona cree de sí mismo y siente sobre sí mismo, aunque lo que crea y sienta no se corresponda con la realidad y, en función de ello así se comporta. De ahí que la mayoría de los autores y autoras interpreten el autoconcepto globalmente, como un conjunto integrado de factores o actitudes relativos al yo, que serían: cognitivos, afectivos y conativos, que de considerarlos individualmente podrían identificarse de la siguiente manera: el primer factor como autoconcepto, el segundo como autoestima y el tercero como autoeficacia. El autoconcepto no es innato sino que se construye y se define a lo largo del desarrollo por la influencia de las diferentes experiencias que el individuo tiene con el entorno social, escolar, familiar, pero también es el resultado de los logros y fracasos vividos. Es el proceso que siguen las personas para llegar a conocerse. Se ha tratado de analizar las diferencias de género respecto a sus niveles de autoconcepto desde un modelo multidimensional, es decir, si existen diferencias de género en las dimensiones del autoconcepto. Y se ha comprobado que existen diferencias significativas en las dimensiones del autoconcepto social de los hombres y de las mujeres; sin embargo, las mujeres alcanzan niveles más elevados en el autoconcepto familiar que los hombres. No existen diferencias significativas de género en el autoconcepto físico, académico, emocional y global, sin embargo los hombres obtienen mayores puntuaciones que las mujeres. Estos datos confirman la posición poco valorada de las mujeres en el contexto histórico económico social. El objetivo de esta investigación fue identificar el nivel de sexismo tanto hacia mujeres como hacia hombres y comprobar si el nivel de estudios está relacionado con las actitudes sexistas. Los resultados muestran que los chicos son más sexistas hacia las mujeres y tienen mayores actitudes benevolentes hacia los hombres. Tanto para hombres como para mujeres el nivel de estudios correlaciona negativamente con las actitudes sexistas, es decir, se comprueba que a mayor nivel de estudios menor nivel de sexismo. Alcalá V. Camacho M, Giner D, Giner J y Ibáñez E (2006) afirman que los afectos implican mecanismos fisiológicos, cognitivos, comportamentales, condicionamientos culturales, y el género es un elemento complejo y es difícil relacionar ambos sin un exhaustivo trabajo. Watson y Clark (1994) sugieren dos grandes factores en las experiencias emocionales, tipificados como afecto positivo y afecto negativo. Se trata de un modelo bidimensional de la estructura básica del afecto. El afecto positivo en niveles altos se caracteriza por alta energía, concentración completa y agradable dedicación, y el bajo afecto positivo viene determinado por tristeza y letargo. El afecto negativo en niveles altos se caracteriza por un conglomerado de estados anímicos como la ira, la culpa, el temor, el nerviosismo mientras que el bajo efecto negativo es un estado de calma y serenidad. Existe un hecho en la cultura occidental que las mujeres son más ricas emocionalmente y más expresiva que los hombres, es decir, que las mujeres son más propensas que los hombres a expresar emociones en general. Simon y Nath (2004) encuentran diferencias en la frecuencia con la que los hombres expresan emociones positivas, como calma y entusiasmo, más frecuentemente que las mujeres, éstas expresan más las emociones negativas como ansiedad y tristeza. Se ha realizado un estudio de los afectos mediante la Escala de afectos positivos y negativos. Esta escala permite analizar las emociones que han dominado la vida pasada del sujeto y las emociones que están presentes en el momento actual Se estudió con 120 sujetos (57,5 % mujeres y 42,5% hombres) con edades comprendidas entre los 18 y 50 años. El principal hallazgo de este estudio se centra en constatar una diferencia fundamental en cuanto al género: mientras que en los hombres se observa una continuidad emocional en el pasado y presente caracterizado por sentimientos de soledad, seguridad y orgullo, en las mujeres se observa un cambio entre ambas etapas de la vida, pasando desde las emociones positivas de su pasado a otras más negativas en el presente. Grossman y Word en 1993¸ Kelly y Hustson-Comeaux en 1999, señalan que las mujeres expresan con mayor frecuencia emociones de felicidad, tristeza y miedo, mientras que los hombres expresan más emociones de cólera. Lasa Aristu, A; Vallejo Pareja, M. A. y Domínguez Sánchez, J. (2007) demostraron que ante inducción mediante imaginación: 1) las mujeres se mostrarán facialmente más expresivas que los hombres durante las tareas experimentales. 2) las mujeres se activarán subjetiva y fisiológicamente más que los hombres en la tristeza pero no durante la alegría. 3) los hombres obtendrán un mayor beneficio que las mujeres ante un cambio de estado emocional, reflejándose este hecho en una menor activación de sus respuestas afectivas frente al cambio de valencia emocional (levantamiento mejillas y reducción abertura palpebral). Además de poco valoradas en los siglos anteriores, invisibles en la sociedad, recluidas al ámbito privado, las mujeres han desarrollado la expresión de las emociones de manera diferente a los hombres. En cuanto a la sexualidad, Navarro-Pertusa, E.; Reig Ferrer, A.; Barberá Heredia,E. y Ferrer Cascales,R. (2006) en un trabajo realizado sobre la iniciación sexual adolescente: diferencias de género, comprueban que la iniciación sexual es un tema que ha preocupado a los psicólogos, y a las psicólogas pero que no es hasta la década de los años noventa cuando se impulsan estas investigaciones. Los datos de investigaciones sociológicas hasta mediados del siglo XX, describen una progresiva confluencia de género en la iniciación sexual y el tipo de relación de pareja. (López, 2004) Pero a pesar de esta confluencia de actitudes, todavía el género influye en los comportamientos sobretodo, en el uso del sexo de consumo, en las violaciones, número de parejas… En el estudio realizado se confirma la confluencia de género en la iniciación sexual. Carmen Bueno; Maica Casares; Claudio Cifuentes; Antonia Carmona; Francisco Fernández y Guillermo Rojo (2000) de la Universidad de Granada realizaron un estudio de Identidades de Género y feminización del éxito escolar cuyo uno de los objetivos era conocer las diferencias de Género respecto al éxito académico y las imbricaciones que pudieran darse entre la construcción de las identidades de género diferenciales y el rendimiento académico. Afirman que las alumnas obtienen mejores resultados académicos que sus homólogos varones. La escuela como mecanismo de compensación de las alumnas y la mejor adaptación de éstas a los criterios de excelencia escolar parecen ser los pilares de este éxito diferencial. Es decir, en general hay diferencias entre la formación de el autoconcepto, la manifestación de las emociones, la sexualidad, pero estas diferencias no se dan por ser mujer o hombre, sino existen principalmente por los estereotipos sexistas impuestos por la sociedad. Victoria Sau (1986) afirma: “A partir de la psicología y la antropología, el carácter histórico, político y cultural del “ser mujer. La división sexual del trabajo, la interpretación patriarcal de la maternidad como fenómeno “natural” inferior al “cultural” arriesgar la vida en la guerra, el sistema de representaciones de género en el lenguaje, los mitos y el arte son todos ellos elementos que configuran el “ser mujer” en la imagen tradicional femenina” Todos los trabajos expuestos vienen a confirmar la teoría de que los comportamientos de las personas están condicionados por la sociedad, ya que ésta transmite, elabora y condiciona los estereotipos asignados a las personas según tengan un sexo u otro. Quizás en la actualidad, al observar los comportamientos se pueda vislumbrar una igualdad entre ambos sexos, pero en el fondo existe una socialización diferente, puesta en ocasiones de manifiesto. Es interesante conocer algunos trabajos realizados sobre este tema porque ayudan a profundizar sobre las semejanzas y las diferencias entre hombres y mujeres, entre los femenino y lo masculino del ser humano. A mediados de la década de los setenta, coincidiendo con la segunda ola del movimiento Feminista, aparecieron en Estados Unidos los primeros grupos de estudio sobre los hombres y la masculinidad, a los que, posteriormente, se unieron diversos colectivos en Europa, Australia y América Latina. Se abordó el estudio de la masculinidad como un tema relacionado con la igualdad de oportunidades. Ocho países europeos, entre ellos España participan en el Proyecto Arianne, financiado por la Unión Europea. El trabajo empezó con un estudio etnográfico sobre las identidades adolescentes de cada país, y ha continuado con una propuesta de investigación-acción relacionada con el trato con los chicos y chicas de esta edad. En Cuadernos de Pedagogía (1999; vol 284) describe este proyecto y escribe: “La aportación fundamental del Proyecto Arianne es su intento de crear profesionales de la educación comprometidos con la investigación, así como tratar de conjugar los resultados de ésta con la acción educativa.” Xavier Rambla; Marta Rovira y Amparo Tomé (1999) en un artículo titulado “Ocho trajes a Medida” nos presentan las actuaciones llevadas a cabo en Dinamarca, Alemania, Grecia, Gran Bretaña, Francia, Italia, España y Portugal, como en cada país se ha desarrollado un modelo propio para conseguir el mismo objetivo: elaborar estrategias pedagógicas que amplíen los horizontes de la identidad masculina de los adolescentes. En “El Proyecto Arianne en Canarias, “Construir una cultura del cambio educativo” de Fernando Barragán. María J. García y Juan Rodríguez (1999) presentan las investigaciones sobre las ideologías de los chicos y las chicas, detectando diferencias Entre las aportaciones del Proyecto Arianne se pueden distinguir: “Las estrategias sobre la igualdad de oportunidades necesitan cuestionar las creencias estereotipadas que comparten tanto las chicas como los chicos sobre los trabajos y las carreras masculinas y femeninas. Los chicos necesitan entender mejor las funciones de la familia y del padre, y desarrollar valores relacionados con el cuidado de las personas, así como aprender a expresar emociones y amor en el contexto familiar. Se deben potenciar imágenes positivas de los hombres en la familia. Los chicos necesitan liberarse de la presión a la que se ven sometidos para ser «brutos, insensibles, fuertes, machos». Necesitan abordar los temas relacionados con su propia sexualidad y sus sentimientos e informarse sobre la sexualidad femenina. Las chicas necesitan informarse sobre los sentimientos de los chicos y sus miedos, así como tomar conciencia de sus ideas androcéntricas. Es necesario integrar los temas de género en el trabajo educativo. La homofobia, las agresiones y la violencia pueden ser utilizadas como fronteras simbólicas entre los mundos masculino y femenino. Los estereotipos masculinos naturalizan la violencia masculina. Se mantienen los estereotipos de género entre los chicos y las chicas en algunos países, especialmente cuando el éxito de éstas crea ansiedad entre los chicos, pero también porque algunas chicas comparten la perspectiva patriarcal masculina del mundo social.” Es decir, este proyecto propone educar en la igualdad, aboliendo los estereotipos de género, no identificando a priori cualidades en las personas, no mandando mensajes que potencien la desigualdad. Christian Enrique Cruz; Verónica Zempoaltecatl; Fredi Everardo Correa (2005) en la revista “Enseñanza e Investigación” en Psicología exponen la investigación “Perfiles de sexismo en la ciudad de México: validación del cuestionario de medición del sexismo ambivalente.” Como resultados de este trabajo es interesante resaltar que debido a su carga conceptual, únicamente los componentes del sexismo hostil correlacionaron de manera positiva con la violencia en las relaciones de pareja; sin embargo, las relaciones entre los seis componentes muestran que ambos tipos de sexismo tienen a presentarse de manera conjunta. También ponen de manifiesto que las mujeres que aceptan como parte de su rol el compartir espacios de intimidad emocional y sexual con sus parejas tienden a sufrir menos violencia verbal a lo largo de sus relaciones. A menor nivel de estudios de las mujeres, mayor su aceptación por los perfiles sexistas. Al aumentar el nivel de estudios disminuye el nivel de sexismo. Otros trabajos, como el de la Universidad a Distancia, con un equipo investigador dirigido por José Francisco Morales, en colaboración con la Secretaría General de Políticas de Igualdad, y el Instituto de la Mujer durante los años 1997-2000, demostró que existen diferencias en el tipo de afirmaciones expresadas según género, y que éstas varían según la edad. Pero también hay trabajos que se ocupan de investigar el sexismo en los docentes. La Universidad de Vigo en colaboración con la Secretaria antes mencionada y el Instituto de la Mujer, dirigido el equipo investigador por la profesora Doctora María Lameiras Fernández, en los años 2001-2002, investigó el nivel de sexismo en el colectivo de docentes no universitarios, y estableció las relaciones con variables sociodemográficas como es el sexo y la edad, opción religiosa así como el tipo de centro o el lugar geográfico en el que se ubica. Así mismo pone de manifiesto la falta de formación en temas de coeducación, pues sólo un 37,8% de los/las docentes han recibido formación en coeducación. Este estudio confirma la presencia de actitudes sexistas hacia las mujeres, sobre todo en el profesorado de educación primaria, en los centros privados y en los centros religiosos. Esto nos indica que la presencia de actitudes sexistas en el colectivo de docentes no universitarios/as, confirma que éstas se siguen transmitiendo en el ámbito educativo como hemos afirmado anteriormente. Es decir, el profesorado transmite estas actitudes, de manera no intencional pero que calan profundamente en el alumnado. También Ana Vega Navarro (1996) en el artículo “Exclusión y dominación sexista en la escuela coeducadora” analizó cómo en la escuela actual se discrimina y se olvida a la mujer mediante la inculcación sexista de conductas y actitudes estereotipadas. Otro aspecto investigado es en el que se realizó en el II Congreso Hispano Portugués, celebrado en el año 2005. El profesor Antonio Bustillos y la profesora Maria del Prado Silván-Ferrero presentaron el trabajo: “Propuesta de mejora en las escalas de sexismo ambivalente. Influencia de las capacidades de manejo de impresión en la actitud sexista.” Con este nuevo instrumento se podía medir el sexismo existente. Las mujeres en ambientes sexistas tienden a asumir esas creencias sexistas porque la ideología imperante hace que se legitimen estas actitudes sexistas. El psicólogo José Luís González García en el 2006, ha realizado un Informe sobre “Violencia de género y actitudes sexistas en la población joven de Cantabria” encargado por la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria, en alumnos y alumnas de ESO, Bachillerato, y Ciclos Formativos. En este trabajo, se pone de manifiesto que los chicos y las chicas siguen siendo educados de forma diferenciada, en desventaja para las mujeres. Un 23% de las jóvenes cántabras toleran en sus relaciones comportamientos que podrían derivar en violencia de género. Es decir, actualmente se sigue dando discriminaciones en educación, perjudicando a las mujeres y no cumpliendo el Principio de Atención a la Diversidad. Cladelles (2005) afirma que hay diferencias significativas a favor de los hombres, empleando así éstos menos tiempo y cometiendo menos errores en la tarea que las mujeres, cuando no es necesario el proceso de rotación, mostrando resultados dispares en el caso de no tener que efectuar la rotación. Pacheco, L. V.; Pérez Aranda, G; Estrada, S. exponen que el conocimiento de uno mismo en sí es una teoría, es lo que la persona cree de sí mismo y siente sobre sí mismo, aunque lo que crea y sienta no se corresponda con la realidad y, en función de ello así se comporta. De ahí que la mayoría de los autores y autoras interpreten el autoconcepto globalmente, como un conjunto integrado de factores o actitudes relativos al yo, que serían: cognitivos, afectivos y conativos, que de considerarlos individualmente podrían identificarse de la siguiente manera: el primer factor como autoconcepto, el segundo como autoestima y el tercero como autoeficacia. El autoconcepto no es innato sino que se construye y se define a lo largo del desarrollo por la influencia de las diferentes experiencias que el individuo tiene con el entorno social, escolar, familiar, pero también es el resultado de los logros y fracasos vividos. Es el proceso que siguen las personas para llegar a conocerse. Se ha tratado de analizar las diferencias de género respecto a sus niveles de autoconcepto desde un modelo multidimensional, es decir, si existen diferencias de género en las dimensiones del autoconcepto. Y se ha comprobado que existen diferencias significativas en las dimensiones del autoconcepto social de los hombres y de las mujeres; sin embargo, las mujeres alcanzan niveles más elevados en el autoconcepto familiar que los hombres. No existen diferencias significativas de género en el autoconcepto físico, académico, emocional y global, sin embargo los hombres obtienen mayores puntuaciones que las mujeres. Estos datos confirman la posición poco valorada de las mujeres en el contexto histórico económico social. El objetivo de esta investigación fue identificar el nivel de sexismo tanto hacia mujeres como hacia hombres y comprobar si el nivel de estudios está relacionado con las actitudes sexistas. Los resultados muestran que los chicos son más sexistas hacia las mujeres y tienen mayores actitudes benevolentes hacia los hombres. Tanto para hombres como para mujeres el nivel de estudios correlaciona negativamente con las actitudes sexistas, es decir, se comprueba que a mayor nivel de estudios menor nivel de sexismo. Alcalá V. Camacho M, Giner D, Giner J y Ibáñez E (2006) afirman que los afectos implican mecanismos fisiológicos, cognitivos, comportamentales, condicionamientos culturales, y el género es un elemento complejo y es difícil relacionar ambos sin un exhaustivo trabajo. Watson y Clark (1994) sugieren dos grandes factores en las experiencias emocionales, tipificados como afecto positivo y afecto negativo. Se trata de un modelo bidimensional de la estructura básica del afecto. El afecto positivo en niveles altos se caracteriza por alta energía, concentración completa y agradable dedicación, y el bajo afecto positivo viene determinado por tristeza y letargo. El afecto negativo en niveles altos se caracteriza por un conglomerado de estados anímicos como la ira, la culpa, el temor, el nerviosismo mientras que el bajo efecto negativo es un estado de calma y serenidad. Existe un hecho en la cultura occidental que las mujeres son más ricas emocionalmente y más expresiva que los hombres, es decir, que las mujeres son más propensas que los hombres a expresar emociones en general. Simon y Nath (2004) encuentran diferencias en la frecuencia con la que los hombres expresan emociones positivas, como calma y entusiasmo, más frecuentemente que las mujeres, éstas expresan más las emociones negativas como ansiedad y tristeza. Se ha realizado un estudio de los afectos mediante la Escala de afectos positivos y negativos. Esta escala permite analizar las emociones que han dominado la vida pasada del sujeto y las emociones que están presentes en el momento actual Se estudió con 120 sujetos (57,5 % mujeres y 42,5% hombres) con edades comprendidas entre los 18 y 50 años. El principal hallazgo de este estudio se centra en constatar una diferencia fundamental en cuanto al género: mientras que en los hombres se observa una continuidad emocional en el pasado y presente caracterizado por sentimientos de soledad, seguridad y orgullo, en las mujeres se observa un cambio entre ambas etapas de la vida, pasando desde las emociones positivas de su pasado a otras más negativas en el presente. Grossman y Word en 1993¸ Kelly y Hustson-Comeaux en 1999, señalan que las mujeres expresan con mayor frecuencia emociones de felicidad, tristeza y miedo, mientras que los hombres expresan más emociones de cólera. Lasa Aristu, A; Vallejo Pareja, M. A. y Domínguez Sánchez, J. (2007) demostraron que ante inducción mediante imaginación: 1) las mujeres se mostrarán facialmente más expresivas que los hombres durante las tareas experimentales. 2) las mujeres se activarán subjetiva y fisiológicamente más que los hombres en la tristeza pero no durante la alegría. 3) los hombres obtendrán un mayor beneficio que las mujeres ante un cambio de estado emocional, reflejándose este hecho en una menor activación de sus respuestas afectivas frente al cambio de valencia emocional (levantamiento mejillas y reducción abertura palpebral). Además de poco valoradas en los siglos anteriores, invisibles en la sociedad, recluidas al ámbito privado, las mujeres han desarrollado la expresión de las emociones de manera diferente a los hombres. En cuanto a la sexualidad, Navarro-Pertusa, E.; Reig Ferrer, A.; Barberá Heredia,E. y Ferrer Cascales,R. (2006) en un trabajo realizado sobre la iniciación sexual adolescente: diferencias de género, comprueban que la iniciación sexual es un tema que ha preocupado a los psicólogos, y a las psicólogas pero que no es hasta la década de los años noventa cuando se impulsan estas investigaciones. Los datos de investigaciones sociológicas hasta mediados del siglo XX, describen una progresiva confluencia de género en la iniciación sexual y el tipo de relación de pareja. (López, 2004) Pero a pesar de esta confluencia de actitudes, todavía el género influye en los comportamientos sobretodo, en el uso del sexo de consumo, en las violaciones, número de parejas… En el estudio realizado se confirma la confluencia de género en la iniciación sexual. Carmen Bueno; Maica Casares; Claudio Cifuentes; Antonia Carmona; Francisco Fernández y Guillermo Rojo (2000) de la Universidad de Granada realizaron un estudio de Identidades de Género y feminización del éxito escolar cuyo uno de los objetivos era conocer las diferencias de Género respecto al éxito académico y las imbricaciones que pudieran darse entre la construcción de las identidades de género diferenciales y el rendimiento académico. Afirman que las alumnas obtienen mejores resultados académicos que sus homólogos varones. La escuela como mecanismo de compensación de las alumnas y la mejor adaptación de éstas a los criterios de excelencia escolar parecen ser los pilares de este éxito diferencial. Es decir, en general hay diferencias entre la formación de el autoconcepto, la manifestación de las emociones, la sexualidad, pero estas diferencias no se dan por ser mujer o hombre, sino existen principalmente por los estereotipos sexistas impuestos por la sociedad. Victoria Sau (1986) afirma: “A partir de la psicología y la antropología, el carácter histórico, político y cultural del “ser mujer. La división sexual del trabajo, la interpretación patriarcal de la maternidad como fenómeno “natural” inferior al “cultural” arriesgar la vida en la guerra, el sistema de representaciones de género en el lenguaje, los mitos y el arte son todos ellos elementos que configuran el “ser mujer” en la imagen tradicional femenina” Todos los trabajos expuestos vienen a confirmar la teoría de que los comportamientos de las personas están condicionados por la sociedad, ya que ésta transmite, elabora y condiciona los estereotipos asignados a las personas según tengan un sexo u otro. Quizás en la actualidad, al observar los comportamientos se pueda vislumbrar una igualdad entre ambos sexos, pero en el fondo existe una socialización diferente, puesta en ocasiones de manifiesto. v

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